Llovía con rabia incontenida , una tormenta de verano que parecia el fin del mundo . María miró por  la ventana. Disfrutaba viendo  llover así . Lloraba el cielo y  pensaba que  liberaba el sufrimiento de aquellas personas que tenían prohibido llorar : prostitutas, niños maltratados y explotados, a los que habían arrebatado la niñez de un plumazo, armas arrojadizas de padres resentidos , ancianos abandonados, enfermos psiquiatricos, moribundos , etc... .  “ Agua igual a limpieza” – se sorprendió al oirse susurrar esta frase por lo bajini  - . Al limpiarnos por fuera tenemos la esperanza de que nos limpiamos por dentro y empezamos una nueva vida.
Se tumbó en el sofá y miró un culebrón mexicano  “ un somnifero excelente” – pensó- , recordó cuando el psiquiatra le enseñó a relajarse y a vaciar el pensamiento  “ María,  piense en algo bonito : un bello recuerdo o un paisaje hermoso  y deje el cuerpo flojo, muy flojo... “ . Recuerdos bonitos apenas tenía porque  su vida fué muy dificil ,  pero paisajes hermosos si que podía imaginar , la imaginación es un tesoro escondido , nos permite volar más allá de nuestros pensamientos y sentimientos.   Penso en el mar vió  un paisaje de ensueño , su susurro le transmitía una imensa paz.
Sono el timbre,- tres toques- . Sólo podía ser una persona la que hubiese pulsado el timbre de esa forma. El corazón se le aceleró y todo el cuerpo empezó a temblar – es mi pequeña , pensó - ¡ ojala me equivoque ¡
Había sufrido el abandono de su marido. Trabajó sóla para sacar a su hija adelante, en hamburgueserías, limpiando escaleras , cuidando enfermos por las noches. La niña se había criado con todos los caprichos deseados, pero sin el precioso tiempo de María . Lara se rodeó de malas compañías. Un novio macarra le anuló la voluntad y la condujo al mundo de la droga .  Se convirtió en un muñeco roto y  maltrecho.  De ahí salió con esfuerzo,  y había conocido a  un buen hombre. Este se había cansado de sus idas y venidas. Ella estaba destrozada , no sabía donde acudir.
Mamá soy  Lara  sé que estás ahí – abre que no tengo donde ir – gemía sin consuelo . ¡Ayúdame no me abandones¡ . Sus gritos se oían por todo el rellano de la escalera. Un espectáculo desgarrador.
María abrió la puerta – al cuerno los consejos de los psicólogos y médicos que decían que no había que ceder- y  decidió darle otra oportunidad.  No preguntó nada, no hacía falta. El amor con mayúsculas es siempre incondicional . Miró de nuevo por la ventana . Había parado de llover y el arco iris surgía con toda su fuerza con todo su abanico de colores. Quizá mañana las cosas cambiasen. Abrió su corazón y su mente a la esperanza.
Maria Luisa Agost Suárez (lagost_66@hotmail.com)
Enviado el 1 de agosto del 2006
 
	
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