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El rincón literario: La aventura de una nueva vida


Claudia estaba nerviosa. Era su primer embarazo y se acercaba el temido momento del parto. Cada persona daba su opinión ante la inminencia de un acontecimiento así, (sin pedirla). Tenía mucho miedo , ya que por aquel entonces no se administraba anestesia epidural en la seguridad social. Se trataba de combatir el dolor con el pensamiento y la sugestión. Una especie de hipnosis. Se apuntó a clases de preparación al parto a partir del sexto mes.

Personalmente se encontraba pletórica y muy feliz . Por nombrar las cosas positivas ella siempre tuvo acné y desapareció. También se dió cuenta de que era una suerte no tener que depilarse tan a menudo, le dejó de caer el pelo. Un buen día al ducharse se fijó en que no se veía los pies y se dió cuenta de que había pasado más tiempo del que quedaba para el nacimiento y deseó volver atrás. Luego se arrepintió de haber pensado esto – para atrás ni para tomar impulso – su vida tendría un nuevo sentido, una personita que había visto en las ecografías una nueva razón por la que luchar y “ tirar pa lante “ en los momentos duros y de soledad.

Recordó las conversaciones con su abuela María a la que estaba muy unida. María había tenido 9 hijos . Una vida muy dura marcada por la guerra civil. Cuando hablaba con su abuela del parto esta le decía :
-Mira Claudia : Cuando tu abuela se ponía de parto empezaba a contar las vigas del techo. Observa cuántas hay en esta habitación. Cuando ya estaba tan agotada que no podía contar, entonces nacía el niño. Es un milagro.Nace en el momento que notas que te rompes por dentro, como si te partieses .Cuando nacían en casa era un acontecimiento único e irrepetible en la vida de todos.

Me despedí de ella. No volví a verla hasta que nació el bebé su sexto bisnieto. En aquel instante la peinaba una tía mía que vívía con ella. La trataba con una ternura y delicadeza . Como era Domingo y llevaba un vestido de color negro con lunares. Mi tía le deshizo el moño y yo alucinaba cuando veía su pelo de un blanco brillante y plateado, precioso que le llegaba hasta el suelo. Le dí dos besos , ella me dió una colleja cariñosa. Tomó su mano y la posó en mi vientre que empezaba a ser muy prominente. En ese preciso instante el bebé dió un patadón. ¿sabes lo que és? – me dijo- Le contesté que prefería la sorpresa, aunque todo el mundo cuando decía esto se quedaba como aletargado, me miraban como si fuera una marciana . Es una niña, te lo digo yo, ya verás cómo no me equivoco y por las patadas que da ¡menudo caracter!

Mi madre se mantenía un poco al margen. Ella hubiese deseado prosperar profesionalmente en su época y la maternidad frustró todos sus sueños. No estaba arrepentida, pero sentía que había dejado muchas cosas en el camino, un universo alternativo por realizar y que ahora no había vuelta atrás.

Le pedí a mi jefe no hacer noches porque trabajaba en turno rodado. Mi Jefe era mujer, y aluciné de que me ofreciera cambiar el turno de noches por el de tardes. Por la tarde se trabajaba mucho más. Tenía que compartir despacho con una compañera que se llamaba Reina. Reina hacía honor a su nombre se creía la “reina de los mares”, sólo pensaba en comprar y comprar y fardar , presumir pero era incapaz de ayudar en el trabajo compartido. Cuando había problemas no se llevaba ninguna bronca . Como no hacía nada no se le podía recriminar lo que había hecho mal.

Me negué a cambiar el turno para peor, fuí muy criticada por mis compañeras. Las que estaban a mi favor no se atrevieron a manifestarme. Me dí cuenta de que toda esta gente con la que yo había cenado, ido a comer, bailar, etc a la hora de la verdad eran incapaces de hacer nada por mí . Un amigo es aquel que acude aunque no le llames. Y dejé de considerarlos como tales.

Cuando se acercaba el momento del parto fuí a hablar con el médico. Se me habían puesto unos pies como morcillas. Mi médico de cabecera se negó a darme la baja. El que en pleno mes de junio yo no tuviera unos pies sino tuviese unos muñones deformados en mis extremidades inferiores, no significaba que algo fuese mal. Era como debía estar una embarazada que está finalizando su gestación. Cuando salí de la consulta me pregunté si este hombre tendría mujer e hijos , y si cuando ella estaba embarazada la había tratado como si fuera una don nadie. Me cambié de médico de cabecera. Este era más humano y se puso en mi lugar. Siempre se lo agradeceré.

Ya salía de cuentas según la fecha probable de parto . Me desperté a las 7 de la mañana con unos dolores como de regla que iban siendo regulares, las temidas contracciones . Así estuve todo el día . A las 9 de la noche no pude más. Le dije a mi marido que me llevase al hospital.

Me vió un médico gruñón cada cierto tiempo me miraban para ver cómo iba la cosa. El dolor se hacía cada vez más insoportable. Me acordé de mi abuela y de las vigas de su casa. Me ayudó lo que me dijo, porque exageró tanto, que por muy duro que fuese siempre era inferior a lo que ella me había detallado.

Me tumbaron en una camilla. Dijeron que estaba más verde que una cebolla. Me dolía cada vez más. Le dije a mi marido que por favor , no podía más , que avisasen a la matrona.

Tardaron unos 5 minutos. Se puso los guantes con cuidado . Me reconoció ¡Dios¡ ¿ cómo es posible que haya ido tan rápido ¿Está completamente dilatada ¡rapido, celador!

Fuimos corriendo a toda leche por el pasillo. Me pasaron al paritorio. Todo transcurría tan rápido que parecía una vida paralela que no fuese la mía. Me pusieron un monitor. La matrona salió corriendo sin musitar palabra . Un mal presagio – pensé- No pude controlar el temblor de mis piernas. No me obedecían.

Vino el médico. Lo que iba a ser un parto bucólico con mi marido al lado cogiéndome de la manita , casi se transforma en una pesadilla.

. De repente ví todos rostros serios , circunspectos. Estaba bastante mosqueada. Me armé de valor para preguntar ¿Hay problemas con el bebé?

-Mira- me dijo el tocólogo. Has tenido suerte porque estás completamente dilatada y el bebé no llega a 3 kg es un bebé de bajo peso. Voy a hacerte un parto distócico, lo que se llama un parto instrumentado un fórceps y tú vas a colaborar ¿OK?

Noté las palas y de repente sentí que el bebé salía . Noté un alivio enorme aunque no había finalizado las contracciones. Mi marido no estaba conmigo y me hubiera gustado que compartiese este momento, le añoré. Muchas veces reñimos . En ese momento me dí cuenta de hasta que punto formaba parte de mi.

-Te has portado como una campeona, tranquila que voy a ponerte los puntos de sutura. Noté cómo cosían y me molestó bastante.

Me habían dicho que cuando nacía el bebé enseguida lo ponían al pecho , en tu regazo y la mayoría de madres lloraban, descargaban toda la tensión acumulada tras la larga espera, la incertidumbre, el miedo, el descanso de que había pasado todo . Era un cúmulo de sentimientos y todos afloraban de repente a la vez como si fuesen una cascada.

Cuando se llevaron a mi hija enseguida para reanimarla con un poquito de oxígeno, sentí cómo me arrebataban algo que me pertenecía. ¿Por qué se la llevan?
- pregunté- Todavía estoy esperando la respuesta. No me dijeron que la llevaban a reanimación Cuando lo pregunté por tercera vez alguien me contestó. Tranquila, no pasa nada. Dentro de poco la tendrás de nuevo en tu regazo.

Cuando la trajeron por fín la ví, era feucha, tenía el rostro entre gris y enrojecido. Los pelos de punta . Lloraba como una condenada. Parecía que tenía mal talante. A pesar de todo me alegré. Lloré mucho, no me pude contener. Mi marido lloró conmigo. Ahora eramos 3 habiamos empezado una nueva aventura. La besé con ternura y sentí su calor. La aventura se llamaba Luna y no había echo más que empezar. Recordé a mi abuela y sus 9 hijos, el milagro de la vida y de que esta alegría tan inmensa, esa plenitud aplastante supere al dolor. Me sentí eufórica y me dí cuenta de que nunca más volvería a sentirme triste sóla y abandonada.

Maria Luisa Agost Suárez (lagost_66@hotmail.com)
Enviado el 30 de octubre del 2006



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