A mediodía, el amanuense se encontraba sentado en un banco, en un parque cercano a su domicilio; el día estaba apacible, al ser festivo con tráfico reducido, y se escuchaban pocos rugidos de motores hambrientos de aceleradores…
El aprendiz de poeta miraba a su alrededor la fauna canina que jugaba, palomas dando vueltas aparentemente absurdas, miraba a las personas paseantes…
Una mujer de mediana edad con cara de entendida en música clásica, pasaba ante él.
La mujer se queda mirándolo como queriendo…
Ha pasado de largo, pero se detiene a los pocos pasos, retrocede se acerca al aprendiz.
Ya ante él le pregunta le dice algo: “¿Puedo sentarme?”
“Sí, adelante”.
Se sienta a su lado la señora. Lo mira como si…
“Usted…”
La mujer muestra como una mezcla de timidez y asombro…
“¿Usted escribió sobre un perro que vive encerrado en un pequeño patio?”
El aprendiz, que algo sorprendido también estaba, respondió afirmativamente…
“¿Y hay alguna novedad acerca del animal?”
El amanuense le dio respuesta, empezó a explicar a la señora sobre el asunto, lo hizo con brevedad para no agobiar.
Le dijo que todo sigue igual, nada ha cambiado...