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El rincón literario: ¡Qué noche la de aquel momento!

La noche acompañaba para empaparse con alguna compañía casual o buscada. En aquel local la música era apetecida y bailada por cientos de seres. Él, mientras, como siempre, caído en la barra. Con sus pensamientos, sus ideales e imaginando en cómo sería el amor perfecto. En ese mismo tiempo, ella pidiéndose un ron con cola. Tan sólo rozarse con los codos los dos se miraron. Cruzaron sus deseos por la vía de la mirada. A ella le ofrecieron sexo dos camaleones de discotecas. Por supuesto, dijo no, gracias. Tan sólo quería estar con él o por lo menos llegar a sus labios. Hablaron, charlaron, rieron, lloraron, se estremecieron y, hasta incluso, bebieron juntos. Cosa difícil en estos tiempos que corren.

A él le podían más las ganas de llamarla por su nombre, de agarrarle de la mano, de silbarle al oído que de seguir imaginando a su amor ideal. Estaba allí. No la dejaré escapar. Lo juro.

El tiempo era mínimo entre ellos dos. Ella pensaba que tendría aquel chico bajo, gordo y calvo para hacerle estremecer su pequeño corazón. No le veía sentido a ese hermoso sentimiento. Tampoco quería que se apagara como una cerilla cerca de una corriente de aire. Pensó que se quedaría un rato mas cerca de esa compañía masculina. Escucharía una vez mas sus rollos en la oficina, sus discusiones en casa con los padres, sus temas económicos, el maldito coche, etc.

La noche fue pasando y ellos también. Aquellos gestos, esos movimientos de esa pareja hicieron que el local no existiera durante unas horas. Pero como ya se sabe, el amor ideal no existe.

De repente, en la puerta aparecio un romeo de julietas de salón. Se le acerco a ella. Hola cariño. Perdona que llegue tan tarde. Lo siento. ¿Cómo estas? ¿Nos vamos?. Le rodeo con su brazo y se la llevó a un mundo inalcanzable.

Antes de salir, ella se giró y buscó con su mirada a aquel chico que le hizo sentirse inmensa y poderosa. Ya no estaba en el mismo sitio. Estaba con otra.

Y es que, amigos, las personas no perdemos el tiempo. El tren sólo pasa una vez. Si lo perdemos, ¿cuánto tardará en pasar el siguiente?

Javier Gil (javiergil15@wanadoo.es)



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