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El rincón literario: Yo, copito de nieve

(Mi homenaje al gorila más famoso del mundo)

Hoy sé que voy a morir. Ellos creen que yo no sé nada, que ni siquiera puedo ser capaz de pensar. Pero estoy cansado, muy cansado. En eso, no se equivocan. Mi momento final ha llegado. Sé que tengo una enfermedad incurable, producto de mi albinismo, ese que tanto ha apasionado a los humanos.

Estos humanos no han dejado de suministrarme innumerables medicinas, incluso algo que ellos llaman antidepresivos. Todo para intentar paliar los efectos de esta enfermedad que cada vez me costaba llevar más y más. Pero ahora por fin descansaré, porque ellos han comprendido que es lo mejor, lo más lógico y viable para mí.

Lo único que más echaré de menos son esos niños que tanto me quieren. ¡He visto y conocido tantos! Algunos, ya adultos, incluso volvían, después de muchos años. Y ellos pensaban que yo no los reconocería. Pero, sí, claro que me acuerdo de todos. Tengo mucha memoria, aunque nadie pueda darse cuenta de ese detalle.

Estas últimas semanas ha venido mucha gente a verme. Yo no deseaba ver a nadie ya, pero comprendo que la mayoría de los humanos necesitaba satisfacer su curiosidad, y al fin y al cabo, a mí no me disgusta del todo. Lo mejor, indudablemente, los niños.

Muchos llevaban consigo un dibujo que parecía un vivo retrato mío, algunos con más acierto que otros, pero sin duda realizados con especial cariño. Un niño incluso me entregó el suyo, con su manita agitándola al viento, y yo no dudé un instante en recogerlo. Quizá pensaban que iba a arrugarlo, pero no, nada de eso. Me dispuse a contemplarlo e intentar rasgar el dibujo con uno de mis dedos. Al final opté por besar el dibujo, como si de un congénere se tratara. El niño dibujó una amplia sonrisa, y fijo me quedé observándolo, con mirada triste. Si, era consciente de que el niño me apreciaba, y probablemente ni sabría que no volvería a verme más...

Llegué al Zoo hace ahora 37 largos años, desde los bosques de la actual Guinea Ecuatorial, que por entonces era conocida como Guinea española. Probablemente, de no ser capturado, habría sido imposible vivir feliz en la selva, pues seguramente mi grupo de gorilas nunca me habría aceptado entre ellos, por culpa de mi debilidad genética.

Gracias a Jordi, que me compró cuando fui capturado por un campesino de la selva del "kno", pude salvar la vida. De no ser por él, habría muerto aquel mismo día. El campesino, Benito, mató a toda mi familia, incluso a mi madre, a la que yo me aferré todo lo que pude, a pesar de saber que estaba muerta. Tenía un miedo horrible, pero nada comparado con el dolor que sentía ante la muerte de mi madre. Benito estaba furioso, porque nosotros destrozábamos sus plantaciones, repletas de deliciosos plátanos, y de paso, las de café, aunque esas no nos interesaran demasiado. Pero nada más que por jugar, era más que suficiente para querer retozarse entre ellas.

Benito se quedó impresionado conmigo, como lo hicieran tantos y tantos humanos, y decidió no acabar con mi vida. Era un hombre inteligente, a pesar de todo, y supo que el hombre blanco pagaría muy bien por mí. Y así fue cuando llegué a las manos de mi adorable Jordi.

A jordi le encantaba estudiar la fauna guineana, y por entonces era director de un centro de experimentación zoológica, a la vez dependiente del Zoo de Barcelona, mi morada de siempre. En el Zoo de Barcelona no me querían al principio; a Jordi incluso lo tomaban a chufla. Pensaban que yo no interesaría a nadie, incluso que tal vez yo era producto de la imaginación de Jordi. Sin embargo, él no desistió en su empeño, pues sabía perfectamente de la cabezonería española. No eran capaces de ver nada más allá de sus narices hasta que alguien fuera de sus fronteras les abriese los ojos. Los españoles, al ver mi foto en la portada de una prestigiosa revista, empezaron a tomarme en serio, y así, las puertas del zoo fueron abiertas para mí indefinidamente, hasta el día de hoy.

Cuando Jordi me llevó al zoo yo ya tenía aproximadamente unos 3 años de vida. Antes de llegar allí me llamaban "Nfumu-Ngui", que en el idioma de los españoles quiere decir "Gorila blanco". Y entonces llegaron los ingleses y me bautizaron como "Snow flake", es decir, "Copito de nieve".

Tuve veintidós hijos y siete nietos. Muchísimas gorilas hembra compartieron parte de mi vida, principalmente para la procreación. Sin embargo, ninguno de mis descendientes ha sido blanco, ha poseído la piel rosada ni los ojos de color azul claro, como yo.

Lo mejor que he tenido en el "zoo" ha sido la comida, sobre todo la leche y los yogures desnatados. Siempre han sido mi delicia, y también las cosquillas y caricias de mis cuidadores. Eran lo único bueno durante el día, aparte de las visitas de los niños, a los que siempre tenía más deferencia que con los adultos.

Pero ha llegado el final, y yo sé que la gente me recordará siempre, porque han sido 37 años compartiendo mucho. No me ha importado compartir mi vida en el Zoo con la gente. Podría haber sido libre; sin embargo, quizá no hubiese vivido tanto, ni por supuesto haber vivido tan a cuerpo de rey como lo he hecho.

Sé que enterraran mis cenizas en el propio zoo de Barcelona, y que la gente seguirá afluyendo con sus visitas, aunque sólo sea para contemplar el lugar donde descanso, pero tampoco quiero que me echen demasiado de menos, aunque sé que eso no será posible. La gente debe comprender que yo fui feliz, y eso es lo que verdaderamente importa.

Sólo me queda decir: Gracias Jordi, mi mayor suerte fue que te cruzaras en mi camino, o que yo me cruzara en el tuyo. Sé lo que he significado para ti siempre, pero nunca podrás comprender tu mismo cuánto significaste para mí. Si existe un más allá, puedes estar seguro de que en mi alma siempre viajará, especialmente, mi recuerdo hacia ti.

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´"COPITO DE NIEVE" fallecería el 24 de noviembre de 2003 a causa de un cáncer de piel, en el Zoológico de Barcelona. Sus cenizas fueron enterradas en el propio Zoo, como el resto de los animales allí fallecidos. Antes de su muerte, se recibieron en el Zoo más de 4.000 dibujos realizados por los niños que acudieron a verle antes de que se cerraran las visitas al gorila más famoso del mundo, donde fueron expuestos en el propio zoológico durante más de 15 días.


Francisco Arsis Caerols (mark66b@yahoo.es)

24 de mayo del 2004


Sobre el autor:
Francisco Arsis nació en Alcoy (Alicante) en 1966, y actualmente reside en la ciudad de Almansa, provincia de Albacete. Aunque es funcionario, su interés por la Literatura y la cultura en general le empujó desde muy pequeño a escribir, decantándose pronto por los cuentos y relatos cortos. En 1998 logró ser finalista en el 4º Certamen Literario de relatos breves organizados por "Libros Diez" en la propia ciudad de ALmansa, con el relato "Claro de Luna", lo que definitivamente le animó a seguir escribiendo con asiduidad. Ha publicado sus relatos en prensa y medios digitales, con gran éxito de público. Con la reciente publicación de su libro "Aventura en el pasado", novela de corte histórico y fantástico, el autor inicia así su incursión en un género que siempre le resultó especialmente atractivo y que por fin ha decidido abordar.

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