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El rincón literario: Siempre estaré a tu lado

¿Como te encuentras esta mañana, cariño? Al levantarme hoy, un lindo amanecer hacía aparición en la ventana de mi cuarto, como aquellos inolvidables amaneceres que solíamos descubrir juntos cuando nos asomábamos al balcón de nuestra preciosa casa. Los dos, abrazados, con tu cabeza descansando sobre mi hombro, con la sonrisa de la felicidad marcada en nuestros rostros, formábamos así parte de un bello paisaje sin igual. Enfrente, una verde pradera repleta de frondosos árboles y un magnífico lago de color aguamarina, nos hacía sentir inmersos en el auténtico jardín del edén. ¡Como recuerdo todo eso, amor mío! ¿Lo recuerdas tu? Si, me consta que sí. Puedo sentirlo. ¡Éramos tan felices! Y aún lo somos, ¿verdad? Porque estamos juntos al fin y al cabo. Tú sabes que yo siempre te cuidaré, como tú lo has hecho conmigo, y lo haces... porque sólo tu presencia me basta, sólo ese pequeño detalle, pero tan importante a la vez, me inunda de paz y eterno amor hacia ti.

Sigues siendo tan hermosa como el día en que te conocí. Tu no querías escucharme, pensabas que sólo era un moscón más, un pesado como tantos. Pero yo me había enamorado locamente de tí nada más verte. Estabas justo enfrente de mí, con una taza de café con leche en la mano, con aquel precioso vestido que parecía hecho sólo para tí, y aquella larga melena rubia que te llegaba casi a la cintura. Yo intentaba leer el periódico que tenía entre mis manos, pero resultaba casi imposible no desviar mi mirada hacia tus ojos, en busca de la tuya, aunque sólo fuera para que te dieras cuenta de mi presencia. No quería incomodarte, pero tu belleza me turbaba, aparte de un extraño sentimiento que nacía dentro de mí, inexplicable, que obligaba a mi cerebro a no dejar de contemplarte.

-¿Mira usted de esa forma a todas las personas que estan sentadas a su lado? -me habló de repente, sin esperarlo-.

-¡Perdóneme! No me haga usted caso. Es que... es dificil no mirar a una mujer tan bonita como usted -le contesté, un tanto asustado y con el corazón latiendo desaforadamente-. ¡Por favor, no piense que la estoy adulando ni nada parecido! Es verdad lo que le digo, jamás he visto a una "personita" así, cuya presencia me llegué tan adentro.

-La verdad es que nunca me habían dicho eso -me dijo ahora, con una leve sonrisa, que la hacía aún más hermosa a mi vista-. No sé si sentirme halagada, o mandarlo a usted a tomar viento. No estoy acostumbrada a estas situaciones, un tanto embarazosas, aunque...

-No diga nada más si no quiere -dije cortando su frase-. De verdad que no he querido incomodarla. Podemos terminar la conversación que hemos iniciado ahora mismo si usted quiere. Pero lamentaría no volver a verla, creame.

-Supongo que... volverá a verme -me respondió pausadamente-. He llegado recientemente a esta ciudad, y no conozco nada aún. Y este sitio, quiero decir, esta cafetería, me gusta. Así que si usted viene a menudo aquí, de seguro me encontrará alguna vez.

-¿Viene en busca de trabajo? Yo puedo ayudarle a encontrarlo, si quiere. Conozco a mucha gente en esta ciudad.

-Gracias por su ofrecimiento, de verdad. Pero estoy precisamente aquí por una oferta de trabajo. Y está en mi mano aceptarla o no, y desde luego no voy a rechazarla. Seguramente empezaré mañana mismo...

Aquello fue el comienzo, primero, de una agradable amistad, y con el tiempo se transformaría en lo que es hoy, un amor único, cariño mio. Nos enamoramos locamente, la pasión nos desbordaba, momentos inolvidables recorren mi mente, y cada recuerdo no hace sino aumentar mi amor por ti, a pesar de todo, a pesar de que ahora no podamos compartir todo eso... porque ahora estás tan cerca, y la vez tan lejos de mí...

Y sin embargo, sé que cuando aprieto tu mano, cuando junto mis dedos con los tuyos, tu puedes sentirme, sabes que estoy a tu lado, y que nunca te dejaré. Tal vez nunca despiertes, tal vez jamás pueda ver tu sonrisa de nuevo, pero no importa, porque puedo seguir viéndote, alimentándome de tu presencia junto a mí, alimentándome de nuestros recuerdos, y aunque no quisiera llorar, a veces no puedo evitar que las lágrimas recorran mis mejillas, pero estas lágrimas son de amor, de amor por tí, Elena, porque nunca, nunca, dejaré de amarte.

Un ya lejano y triste día de otoño, tuviste un desafortunado accidente, entrando en coma tal vez para siempre, aunque yo jamás perderé la esperanza de que un día, en esta fría y desapacible cama de hospital, despiertes por fin y estés de nuevo conmigo, Elena, y podamos recobrar todo aquello que tuvimos, sintinéndote de nuevo estremecer entre mis brazos, fundirnos en un interminable beso, y caminar de nuevo juntos en la vida, pero esta vez para siempre...


Francisco Arsis Caerols (mark66b@yahoo.es)

24 de junio del 2004


Sobre el autor:
Francisco Arsis nació en Alcoy (Alicante) en 1966, y actualmente reside en la ciudad de Almansa, provincia de Albacete. Aunque es funcionario, su interés por la Literatura y la cultura en general le empujó desde muy pequeño a escribir, decantándose pronto por los cuentos y relatos cortos. En 1998 logró ser finalista en el 4º Certamen Literario de relatos breves organizados por "Libros Diez" en la propia ciudad de ALmansa, con el relato "Claro de Luna", lo que definitivamente le animó a seguir escribiendo con asiduidad. Ha publicado sus relatos en prensa y medios digitales, con gran éxito de público. Con la reciente publicación de su libro "Aventura en el pasado", novela de corte histórico y fantástico, el autor inicia así su incursión en un género que siempre le resultó especialmente atractivo y que por fin ha decidido abordar.

Otros relatos breves mandados por Francisco Arsis Caerols:






 
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