Welcome/Bienvenido/Benvingut
Welcome/Bienvenido/Benvingut

El rincón literario: Los mundos del Yuppie

Él, hasta hacía bien poco, era un yuppie, uno de tantos clones de traje caro, zapatos italianos y corbata a rayas que vomitan las facultades de económicas en hordas que desean devorar esta sociedad que les justifica y prefabrica. Él, hasta hace bien poco, era el hombre masa perfecto, buscaba incansablemente el confort, practicaba un culto al cuerpo, comulgando todos los días en el gimnasio o mostraba una despreocupación total por los asuntos del Estado, esa máquina que le había producido. Para él era la vida moderna, ese fruto de una ciencia que él ignoraba e pero que estaba allí, como la banana que recoge el mono despreocupado en su pulular selvático de liana en liana; le parecía natural. Los coches, los ordenadores, el móvil, ... todo había estado ahí desde siempre le parecía, ignoraba el resto, sólo se ceñía a su hábitat, el capitalismo despiadado e inmisericorde. El comercio improductivo del dinero, la banca, la bolsa, sus brokers, todo le era cotidiano, estaba hecho para la usura y él lo sabía. Había olvidado ser hombre civilizado, era un nuevo bárbaro, quizá peor que aquellos que arrasaron Europa durante el siglo V, porque él representaba la vuelta al primitivismo, a una caverna donde no se pintaban bisontes pero se disfrutaba moviendo millones ficticios de aquí para allá, era pura regresión evolutiva, era la idiotización en persona. Su religión le marcaba el camino, le decía “enriquécete porque la vida sólo consiste en enriquecesrse”. Él era un devoto discípulo, acataba los preceptos de esa religión inmensa que se llama capitalismo, era uno de sus ministros en la tierra. Despreciaba a toda la gente que trabajaba para vivir, le parecían pobres desgraciados, eran sus presas. Él sí que sabía lo que era la vida. La vida era enriquecerse, ser un depredador, vivir para trabajar.

Toda esta vida de niño mimado, esta inconsciencia, este no saber realmente donde se está, acabó bruscamente para nuestro yuppie de traje caro, zapatos italianos y corbata a rayas. Empezó a exclamar “este mundo es una mierda” y frase parecidas. Se le acabó la suerte. La inconsciencia de su propia situación, de la verdadera debilidad del hombre masa moderno frente a lo que le acecha, esa tranquilidad adocenada se esfumó. Ya no había comuniones con el culto a los bíceps. Se acabaron las comidas rápidas en el chiringuito yanqui de turno en las horas muertas del trabajo. Todo el mundo de falsas seguridades del yuppie se esfumó, cayó como un castillo de naipes en plena ventolera del mes de frebrero. Ahora veía en toda su pavorosa dimensión la gran mentira que había vivido. Una mala jugad bursátil tenía la culpa. No se puede ganar siempre se decía. Pero no lograba engañarse. Nunca había producido nada, sólo dinero. Incluso el obrero que durante cuarenta años había fabricado el mismo tornillo en una fábrica una y otra vez sin saber adónde iría había vivido una vida más plena que él. Se daba asco a sí mismo. Empezó a aborrecer lo que había era, pero en vez de verlo como una travesía en el desierto, como un peaje necesario hacia su propia y plena vida, nuestro yuppie lo observaba desde el anhelo de su antigua y falsa seguridad. La desesperación, esa enfermedad mortal que acecha a todas las almas humanas, fue en aumento dentro de su pobre ser. Su alma no soportaba estar alejado de su anterior estilo de vida. Se hallaba como un gorrión encerrado en una jaula, rabiando a más no poder. Un buen día, nuestro pequeño burgués se levantó, exclamó la frase ya desgastada por el uso reiterado “esta vida es una p... mierda” y se voló la tapa de los sesos. Y es que para él, un inadaptado a la verdadera vida, ésta ciertamente era eso.

Cristóbal Belda Díez (cbeldadiez@yahoo.es)

Biar, 28 de febrero de 2003

Poemas y relatos breves de Cristóbal Belda Díez:





 
www.polseguera.com - © Polseguera. Todos los derechos reservados

info@polseguera.com