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Artículos o escritos interesantes: Afganistán (algunas claves)

La avalancha de noticias que nos están llegando desde Afganistán a partir de los atentados del 11 de septiembre parecen transmitir la sensación de que todo acontece en un lejano país donde el integrismo islámico ha conseguido manifestarse de la forma más violenta y radical y donde los occidentales, liderados por los EE.UU. han de llegar a poner paz. Si no se tiene mayor interés, este análisis simplista puede servir para dar por zanjada la cuestión, coger el choche e irse al híper a hacer las compras de la semana.

Sin embargo, el trasfondo del conflicto de Afganistán es mucho más complejo y admite muchos más matices.

En primer lugar es un punto de inflexión para los teóricos de la globalización. Los atentados del 11 de septiembre han puesto en evidencia que el proceso de globalización tiene dos sentidos: no se trata sólo de que hay que competir en un mundo ya de por sí competitivo donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ahora resulta que la pobreza de un rincón perdido del planeta se manifiesta ¡y de qué forma! en la capital más rica del mundo.

Es decir, todos somos globalmente ricos o pobres.

Los popes de las grandes instituciones financieras internacionales han empezado a incluir en sus discursos matices socializantes (¿socialistas?) en el sentido de que no basta con que el Fondo Monetario Internacional conceda créditos a las naciones pobres a cambio de severos planes de ajuste. Así llevamos cuarenta años y no se ha conseguido nada. Se trata de que los países ricos deben comprometerse en el desarrollo de los más pobres con transferencias gratuitas de capitales (monetarios, técnicos y humanos) dirigidas a la creación de estructuras básicas de mercado, comunicaciones y energía, sanidad y educación. Y estas transferencias no se hacen simplemente dando donativos; por ejemplo, es necesario abrir los mercados occidentales a los productos agrícolas del tercer mundo pero ¿entenderán los gobiernos español, francés o estadounidense, por ejemplo, que hay que dejar de subvencionar a los agricultores y comprar arroz pakistaní?

El integrismo islámico, en el fondo, sólo es una forma radical de oposición a este proceso de globalización asimétrica que se expresa así: si la globalización nos concede el papel de pobres y no tenemos recursos (básicamente humanos) para progresar, vamos a utilizar una fórmula de organización política que ha funcionado históricamente con recursos escasos (el mundo islámico medieval) y que le den morcilla al progreso y a occidente.

En segundo lugar, esta crisis internacional saca por enésima vez a la luz los problemas de una descolonización mal hecha. Por mucho empeño que se ponga, Afganistán no es una nación. Es un estado artificial que rige sobre un territorio que, en realidad, está dividido en función de las etnias dominantes. Nada tienen que ver los tayikos, de aspecto mongol, con los pasthunes (patanes), de aspecto hindú. Es más, se detestan mutuamente.

Para la solución definitiva del conflicto, tal vez hubiese valido la pena segregar el país en tres o cuatro nuevos países.

Pese a todo, la política de la grandes potencias en la zona, antes Inglaterra ahora EE.UU., sigue siendo la de ir solucionando los problemas sobre la marcha y según sus intereses puntuales. Si había pashtunes, los ingleses apoyaban a los uzbekos; si había rusos, los americanos apoyaban a los talibanes; si hay talibanes, los americanos apoyan a los tayikos y uzbekos... y lo que nos queda por ver.

Hay que tener en cuenta que estos apoyos cambiantes carecen de una dirección coherente más allá de un interés puntual (en este caso capturar a Bin Laden y a la cúpula de Al Quaeda) y pasan por alto todo tipo de valores o ideologías. Que nadie se olvide de que la Alianza del Norte es, básicamente, una guerrilla, un grupo de bandidos analfabetos que viven sin dar un palo al agua, dedicados al secuestro, a la extorsión, al tráfico de estupefacientes y a malgastar las ayudas que reciben de los servicios secretos occidentales. Con gente de semejante pelaje, el futuro, desde luego, no promete mucho.

Por último, toda la avalancha informativa generada por los atentados y la posterior campaña de Afganistán ha puesto en evidencia que la influencia del poder poder político en los mass media en su conjunto es bastante limitado. La todopoderosa CNN se ha visto ensombrecida por una pequeña emisora de Qatar (hasta que los EE.UU. bombardearon su sede de Kabul); Internet ha aportado toneladas de información distinta a la ofrecida en las ruedas de prensa del Pentágono; los corresponsales de las televisiones españolas acababan sus crónicas con un "... y esta es la información oficial que nos han facilitado, sin embargo..."; todo el mundo ha tenido acceso a análisis realizados con distintos puntos de vista...

Quien ha estado manipulado ha sido porque se ha conformado con el análisis que abre este artículo; quien ha querido ahondar en la información ha podido encontrar mucha, muchísima.

Para terminar, en la particularísima apuesta que hace medio mundo, yo creo que Bin Laden aparecerá muerto. A ninguno de los actores que intervienen en el conflicto le interesa que siga vivo, ni siquiera a los propios talibanes: mientras siga libre, no les van a dejar en paz.

 Mauricio Luque
www.lukor.com


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