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El rincón literario: Llegó al punto de llorar el encierro


Llegó al punto de llorar el encierro, asfixiada en el tercer mundo, adolorida con tus puños aún sonando en mi cabeza... mi dolor, tu felicidad.

Muerte vendrás pronto, muerte no me dejes aquí, llévame de una vez, ten piedad que vivo del dolor, vivo mirando la verdad, y no lloro más, no puedo, no resisto tanto dolor, no resisto estar acá, en el medio de un lodazal, con gente mirando como me revuelco en él, con personas que se ríen a mis espaldas, odio todo, y no me retracto, esto que me dieron, no lo puedo agradecer, no puedo decir "bien" sin pensarlo y no tener concienzuda la mente para darme cuenta.

Se revuelve mi estomago de sólo pensar el odio, de sólo pensar en el amor, odio las apariencias, pero vivo de ellas, soy mala, pero soy tan agraciada, me dote de paciencia, pero no me dote de coraje y aún hoy me doy cuenta de mis errores, y se que no los remediaré, porque remediar es arrepentirme, yo no lo hago. Ahora me haría falta tener coraje, para enfrentarme a mí misma, para poder ver sin lastimarme los ojos, para decirme lo mierda que soy y perderlo en un papel siquiera, y no puedo, vivo sólo de pretender, y eso me alcanza, hasta que me despierto y veo de nuevo a la nena, llorando por una muñeca, y ahí le tiraría por la cabeza todas las mías y si me entendiera le diría que sólo son pequeños trozos de plástico cortado y moldeado, y le pegaría con ellas hasta matarla y asfixiarla, luego me suicidaría yo, por sádica e impertinente, por negar que una muñeca es todo lo que quiere esa nena, pero yo, ¡pero yo! Yo deseo vivir en paz. Nadie pregunta nunca quien soy y me muero de ganas de decirlo, porque soy una palabra callada, porque soy un grito histérico olvidado, porque soy moisés cuando lloró en su muerte, por no llegar a la tierra prometida, porque soy Jesús riéndose de sus verdugos; sangrando negro de del dolor, porque soy el lado malo y la calentura de María cuando la desvirgaba José, soy la persona que vas a querer olvidar, y ahí me quedare, en el olvido, suplicando que me vengan a buscar y me lleven, a donde todo sea oscuro, en donde no sea tan capaz de distinguir el bien y el mal, en donde la luz no cambie lo que soy por fuera por lo que soy por dentro, en donde no me ataquen sin poder defenderme.

Cuanto más pienso, más me convenzo de que alguien se equivocó en mi destino, de que yo tenía que ser otra, de que me muero comiendo la basura que los demás me dan como alimento, de que mi jaula es mi vida, y mi encierro yo. Sé que estoy mal, pero entiendan que grito en el papel, porque no se me permite hacerlo con la voz.

Gabriela Pérez (gaisha@latinmail.com)

Escritos breves de Gabriela Pérez:





 
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