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El rincón literario: Al otro lado de la laguna Estigia - Los cuentos de la muerte

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Cayendo al vacío


Te tiras una y otra vez retorciéndote; son azotes ensangrentados sobre tu tersa y desnuda espalda; y en ese momento eres frágil muy frágil, preguntándote el porqué de todo.

Desde tu balcón la ves pasar, como fingiendo que nunca conoció esa parte de calle; es una senda desconocida y oscura, iluminada por su presencia.

Nunca hizo tanto calor en un mes de marzo, pero Barcelona en aquellas fechas era un gran Averno; y con diablillos incluidos. El fenómeno destierro estaba llenando a miles de parejas. Un tal Dani, al que desconozco, también había sido dejado por su partner; y todo eso me llevó a elaborar una gnoseología mujeril. Detrás de una ruptura suceden unas cuantas más. En mi nueva y pretenciosa teoría empecé por el análisis del error masculino; y lo primero que se me ocurre es La omisión de nuestras necesidades, es decir, nunca decimos lo que realmente queremos conseguir en una relación. En los primeros meses sólo deseamos sexo en grandes dosis, y esta etapa dura de tres a ocho meses. No pensamos en la mujer como persona, sino como trozo de carne penetrable.

Esta época sexual se combina con El conocimiento idiota del entorno de la pareja. Es una parte molesta e innecesaria, en la que compartes tu tiempo con todo tipo de seres que te miran de arriba a abajo mientras piensan si eres el más indicado y cuanto tiempo vais a durar juntos. Los pronósticos de los progenitores son exactos; en mi caso, mi madre lo acertó de pleno. Después de dicha fase viene la de Especulando con sentimientos ajenos, y aquí es donde la cosa se pone difícil. Nos abrimos a la otra persona con la necesidad de compartir absolutamente todo, en el momento en que descubrimos una incoherencia lo dejamos todo y no pasamos a la siguiente fase: Descubriendo a tu pareja; y en la cual ya sabes si será la persona forever. Aquí los dos se desenmascaran por completo y se habla de compartir totalmente ambos contextos familiares. Es decir, todos esos impresentables que te han ido presentado ahora serán parte de ti. La partida se vuelve cada vez más difícil, no puedes esconder nada; ni siquiera esa película porno que todo hijo de vecino guarda en su armario. A continuación viene En busca del destino, y aquí no se libra nadie de la sumisión y las reverencias a esa cosa llamada pareja.

Ellas lo quieren todo, y piensan meterte en el saco junto a la lavadora, el lavavajillas, los edredones, la mantelería, los sofás, la cubertería de plata, etc.…

A partir de ahora todo es más chungo, y empieza su monopolio. Es entonces cuando aparece la etapa de Reinas del hogar. El control es exhaustivo, y no dejan nada al azar, incluso hacer el amor conlleva tiempo de preparación y alguno que otro plano detallado: me tocas aquí y allí, esto ya no me gusta, el sumiere hace ruido y recuerda que te lo dije cuando lo compramos, …

Si superas esta fase aparecen algunas como El hombre, ese ser al lado del televisor, y donde se analiza la subnormalidad y la escasa vida interior que nos imponen con sus criterios vaginales.

También tenemos La vida después de currar, Como dejar de ver a los amigotes, y Atardecer en la playa junto a una tortuga llamada Wife.

Esta última es la más pesada y requiere meses de entrenamiento. Pasas casi todo el día sudando como un cerdo y con tus pies jodidamente llenos de arena, mientras ella se tumba plácidamente enseñando los pechos al personal y rociándose con un filtro solar que gentilmente le has pagado para quedarte sin esas Rayban que también te sentaban. Aquí no puedes protestar, ni se te ocurra; y es que todo lo que digas podrá ser y será utilizado en tu contra. El fiscal de todo este rollo es la suegra, que no se despega de vosotros en todo el santo día y sólo dice una frase que repite hasta la saciedad: “¡ Qué serio es este chico!”.

Luego, ¡por suerte!, viene la paella y la cerveza; pero aparece el obstáculo de siempre: “Cariño no bebas tanta cerveza, te está saliendo barriga. No me gusta que te estés descuidando”.

Cuando pasan todas estas fases, hay dos caminos: te casas o te fugas a un Monasterio para convertirte en un Carmelita descalzo. Yo me quedé en la primera fase, no aprobé el examen tan riguroso y exigente al que me sometieron.

Dani todavía está deprimido, según los últimos chismorreos. En cambio, yo ya no sé como me siento; y es que he tocado fondo por primera vez, y no sé como resolver la situación.

Para combatir la depresión utilizo la técnica de La goma de mascar, que consiste en concentrarte en el chicle cuando te viene el problema a la cabeza.

Toda tu energía, todo tu ser está personificado en ese minúsculo trozo de goma con edulcorante y aromatizante. Tu mandíbula se mueve impetuosamente. Destrozas el chicle, y cada vez es mayor la presión que proyectas sobre él. El problema va desapareciendo hasta que se acaba el sabor a mentol, es entonces cuando tu mente se despeja y debes tirar el chicle para comerte otro de nuevo y reiniciar la chicleterapia.

En lo alto de balcón ves el mundo como si nada de lo que pasa te pudiese alcanzar. Eres inmune a las prisas, al viento, al frío o al calor, a todo en general. Pero de repente pasa ella moviendo sus brazos con tal ligereza que hace que tus piernas tiemblen. El corazón está a punto de estallar en mil pedazos, el aire suena, y notas tu respiración hasta tal punto que necesitas caer; y en la caída lo ves claro. Poco a poco desciendes hasta quedar pegado al suelo en perfecta y sangrante armonía. Suena la música de Mahler por todas partes. Por fin has avanzado, pero lo has hecho hacia el vacío. El chicle te lo tragas de golpe, ya no da resultado. Ella pasa de largo, tú te quedas.


La depresión


Desorientación y desinserción ambiental, disarmonía neurovegetativa de proyección somática, apatía, astenia, ansiedad generalizada, trastornos por angustia, …

…y todo eso eres tú.

Estás anclado, con las piernas fijas en una superficie flotante; y todo a tu alrededor se mueve y gira; y al pasar el viento te pega una fuerte sacudida; y sigues sin darte cuenta que mientras tú te paras todo lo demás sigue.

Encerrado en casa, enciendo un cigarrillo y lo voy mirando sin necesidad de fumármelo.

Logras sacar fuerzas para poner un CD de un grupo que te enseñó ella; y es ahora cuando escuchas una y otra vez vuestra canción, y es que todas las parejas tienen su canción; y en nuestro caso eran dos las vitales piezas musicales: Corazón espinado, y Agustito. Respecto al cine, también lo puedo resumir en dos películas esenciales: Sexo por compasión, y Para todos los gustos; y una conexión importante de Una relación privada, ya que fue la última que vimos juntos en el sofá del salón; y a posteriori le chupé el culo como una deliciosa golosina carnal, esa película me puso muy cachondo.

Recuerdo los diálogos a perfección, todas las expresiones de Sergi López, y sobretodo la cara de Nathalie Baye asintiendo mientras escucha las respuestas de las preguntas a las que somete a nuestra estrella de Vilanova.

Se establece una relación real a lo largo de un exhaustivo y matemático metraje de ochenta y dos minutos bajo la batuta de Fréderic Fonteyne.

En su ausencia he vuelto a ver la película un par de ocasiones, los diálogos se me han clavado en la mente. Aunque lo más importante son las miradas de lo que no dicen, de lo que no se atreven a hablar, por el simple hecho de que ya lo saben. Para qué necesitamos decir algo que está bastante claro.

Cuando se marchó supongo que lo tenía muy claro, en su rostro no se asomaba ni una sencilla duda; y en el mío, había tantas incertidumbres que invitaban a las lágrimas a salir; y es cuando parpadeaba, y me molestaba todo; y no dejaba de llorar; y es cuando me martirizaba dando vueltas de tuerca hasta encontrar respuestas certeras a toda esa encerrona llamada Enamoramiento; y las endorfinas seguían dentro de mí, pero en ella se habían marchado.

Es entonces cuando la ciudad parece extraña, te condenas a su entera magnitud que te atrapa mil veces para ser despojado de todo lo que te hizo feliz. Los árboles los puedes contemplar en blanco y negro desde lejos, sólo en la distancia con tus miedos; y también, con tantas otras cosas que no puedes enumerarlas.

Los días pasan, se van, se quedan diminutos, y todo cuanto conocías se aleja; y te miras muerto en el espejo, y no reconoces el reflejo que en él estás proyectando. Todo está seco, las verdades se diluyen cada vez que las piensas, y no logras detenerlas; y un piano pone notas de tristeza y melancolía, acuchillando tu alma en cada nota.

Te tomas una cerveza caliente, y sin ganas de eructar lo haces. Salen todas esas cosas de dentro que no creías que existiesen. Al cerrar los ojos recuerdas el primer beso, y es tan cálido y hermoso que la odias por pedirte que olvides todo de una vez. No se obliga a nadie a querer, pero por qué me obliga a olvidar.

Todo ha sido como un buen Tango que nos salió espontáneamente, sin contar los pasos; pero al final ella sabía que estaba saliendo mal, que no hacíamos caso a la música.

Una tarde me senté en el mismo banco donde una noche estuvimos hablando, y la podía oler. Sentía su presencia, su olor intenso a esa esencia naturista con la que rociaba su esplendoroso cuerpo que tanto anhelaba; y al que tantas veces había abrazado. Por mucho que tu pareja quiera abandonarte, jamás logrará arrebatarte los recuerdos y el placer que pueden provocarte al evocarlos.

Hemos llorado juntos tantas veces que ahora me cuesta hacerlo solo, pero su recuerdo me acompaña, y consigo hacer salir mis mejores lágrimas; y son las lágrimas del alma, unas lágrimas que llevan su nombre, y que lo arrastran una y otra vez.

Tropiezo con un viejo en la calle, y poco a poco logramos distanciarnos cada uno en su camino; y es que siempre sigues un camino. Pero su mirada se me queda clavada, es una de esas miradas de perdón y de aviso al mismo tiempo. Es una advertencia de alguien a quien no conoces, pero que tampoco podrías considerarlo extraño.

Es una mirada familiar en un reencuentro fortuito por un tramo de la calle por donde pasas cada día; y justo ahora alguien te espera para avisarte.

Sigo hasta llegar a casa, y al entrar dejo la llave puesta sin acordarme de sacarla para dejarla encima de la mesa del pasillo. Tienes que hacer algo pero no lo recuerdas, y se producen miles de pequeños descuidos para hacerte ver que tienes una cuenta pendiente. Y en la desidia está la verdadera naturaleza del ser humano. Estás programado con un único fin, y las circunstancias te conducen a ello; y es cuando notas que no puedes ir contra el viento que te llevará, porque estás marcado desde el nacimiento. La naturaleza te ha creado y no es precisamente por azar, sino que tienes una misión específica: reproducir tus genes, envejecer, y luego morir.

Algunos seres no podemos destruirnos, una poderosa fuerza nos lo impide. No creo que pudiera suicidarme, y no es por falta de ganas; que va, todo lo contrario, es falta de fuerza y decisión; y como si una desconocida voluntad me llevará a ver todo de forma diferente, eliminando las ganas de autodestrucción.

Me han creado, y me van a destruir; y lo peor es que mi opinión no cuenta, no vale para nada. ¿ Qué significa libertad cuándo tu vida la estás compartiendo siempre?.

Y al hablar de libertad suenan los violines solidariamente para saludar a mi mente, para acompañar todas las chifladuras.


Vamos de jarana


Ya no sabes mirar, y no te planteas volver a hacerlo. Sientes que puedes naufragar en el intento, y eso te preocupa; si fallas tantas veces como yo lo he hecho, ya no te atreves a moverte de los parámetros que tu mismo te has asignado.

No tienes sed pero pides una cerveza en la terraza donde os reunís los tres amigos de siempre. Algunas veces se produce silencio en el encuentro, otras no; y es que hoy vuelvo a tener la mirada perdida, sin horizonte.

Sus voces están en otra dimensión, dentro de un aparato sofisticado que no alcanzo a ver; la mesa se estrecha en determinados momentos, y no puedo soltar la copa de cerveza; y ahora me siento desnudo sin mis famosas palabras y frases hechas para salir de determinadas situaciones incómodas; y al no tener texto, me pongo nervioso sintiendo que sudo. En mis intervenciones me noto lejano, y ellos me preguntan los porqués de la desagradable situación en la que me hayo sumergido.

-No sé, debo estar deprimido y aún no me he dado cuenta. Miro por la ventana hacia la oquedad, y ahora me pasa lo mismo. Me concentro en la mesa, en la copa, incluso en el jersey naranja del chico de la mesa de al lado.

-¡Pues mira qué bien! -exclama Sergio.

-A mí me parece una subnormalidad -añade Pedro.

-No sé, desde que me dejó ya nada tiene sentido; aunque me fije en todo, sólo lo hago para encontrar algo que hacer; para buscar un juicio a la vida y a las personas que me rodean; está todo vacío, como muerto y abandonado -vuelvo a deliberar.

La conversación dura poco, pero las carcajadas que en ellos he producido duran más.

La herida se abre, y no la puedo cerrar ni siquiera apoyándome en los atrayentes tranquilizantes.

Sergio no quiere volver a salir conmigo, ya no me llamará más. Pedro es más tolerante, después de una enorme bronca me invita a salir del hoyo; pero siempre que yo lo quiera hacer. Es decir, te ayudan a algo que sólo tú puedes lograr.


Un verdugo


La solución a tus problemas yace en tu interior, y se muere a cada segundo; esperando que hagas algo para rescatarla; y te preguntas por qué tienes que ser tú tu propio verdugo.

Nunca imaginas la cara que va a tener la persona que te despojará de todo, y sobretodo te extrañas aún más cuando descubres que esa cara la has visto cada día.

Es un largo poema que has escrito sin darte cuenta, unos versos que has leído tarde; y tampoco logras enterarte de que va la historia; y aunque no puedes proyectar imágenes, vuelve a salir ella de golpe; y es como un espectro que no te deja escapar sin salir ileso, y todavía desea tu alma; no se irá con las manos vacías, te ha condenado, sin saberlo, a no poder estar con otras mujeres.

Y ya no puedes repetir, sólo te queda decir ¡Adiós!, ¡hasta siempre!,¡hasta la vista!,…

¡Gracias por el daño causado, ahora sé que estoy vivo!.


El bebé que no sabía llorar


Érase una vez un bebé feliz que se reía de todo, y es que había nacido entre algodones; y todo el mundo lo quería y le hacia mimos constantemente.

El bebé podía comer cuando tenía hambre, podía dormir cuando tenía sueño, y sobretodo podía jugar a cualquier hora. Ninguna vez escuchaba una palabra mal sonante, ni una queja, ni siquiera el ruido chirriante de una puerta vieja; y es que todo era nuevo y bonito en su vida.

Tenía unos padres ejemplares, y lo querían por encima de sus vidas, era la prolongación de sus movimientos emocionales; era el seguimiento de todas sus miradas.

La inestabilidad no existía en su frágil y perfecto mundo, y todos lo adoraban.

El niño creció acompañado y protegido por los mejores amigos y los más excepcionales tutores escolares. Conoció a las mejores chicas, de las familias más influyentes de la ciudad; y siempre ponía fin a sus relaciones de la manera más diplomática posible. Todas terminaban amándolo Platónicamente.

Al acabar sus estudios teatrales pudo dedicar su tiempo a las mejores obras de Ibsen, Ionesco, Strindberg, Beckett, Shakespeare, etc.…

Un día se cansó de la felicidad plena, y se puso a viajar por todo el país. Y a cada lugar donde iba lo trataban mejor, y siempre se despedía de una gran multitud; y conseguía enamorar a una chica de cada ciudad.

Las cosas le seguían saliendo bien, incluso después de sufrir un grave accidente de moto. Se recuperó rápidamente, y siguió amándolo todo. Las flores crecían a su paso, y los poemas cambiaban de sentido con su sensible lectura.

Un día se le cruzó una chica por su vida, era la mujer más preciosa del mundo. Jamás había mirado tan de cerca con sus ojos. Esa mujer le hizo feliz durante seis meses, y aunque las cosas no eran tan perfectas, el se acostumbró a su presencia y a sus cálidos abrazos. Se veían cada día, se besaban iracundamente hasta el amanecer; y tenían charlas existencialistas eternas. Podían llegar a filosofar incluso con una salsa de tomate casera. La luz iba iluminándoles como a los mejores amantes. Cada vez que se tocaban se producía un estruendo que hacía brillar cada una de las estrellas que se posaban mágicamente en el cielo.

La chica no estaba acostumbrada a tanta felicidad, y le empezó a molestar la sana disposición de él ante todo. Lo empezó a ver como a un monstruo encerrado en una jaula llena de rosas. Su mente creó todo tipo de defectos, y el bebé que no sabía llorar lo hizo por primera vez. Y lo peor fue que le gustó la experiencia, y lo siguió haciendo dedicándole algunas horas al día.

La chica se marchó de su lado a la búsqueda de problemas y aventuras. Y él se quedó solo, triste y desubicado; pero consciente que todavía guardaría su amor para siempre, y que los recuerdos le llenarían su mente cada vez que quisiera volver a amarla. Los amores de verdad no logran desaparecer jamás, y a veces vale la pena arriesgarse a perder; sobretodo porque siempre ganas, y llenas tu corazón con inolvidables momentos.

Pasaron los días, los meses, los años, y se seguían viendo por la calle sin negarse el saludo; aunque fingían que no se conocían. El bebé adulto colgó una foto de la chica en su habitación. Y ante cualquier adversidad, se sentaba observándola y pidiéndole a Dios que lo dejase amarla aunque sólo fuese en su mente.


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Óscar Valderrama Cánovas (graciarelacions@hotmail.com)

22 de diciembre del 2004

Relatos y poemas de Óscar Valderrama Cánovas:

-Amor gratis-    -Nosotros que anhelamos la vida-    -Diferencias conyugales-    -Disfruta de mi compañía-    -Ese adorable anciano-    -Granos-    -Gritos y pesares-    -Hágase la sangre-    -Subterráneo de ideas fashion-    -Ilusiones de mi vida-    -Juguete roto-    -La peor de las mujeres-    -Mi estrella-    -Miradas psicológicamente evolutivas-    -No creo en la distancia-    -El país de las promesas-    -Paleolítico soy-    -Podrás-    -Radicales libres: mi vida y vejez-    -Rencor, odio y amargura-    -Seré lo que tú prefieras-    -Tengo miedo si no estoy a tu lado-    -La distancia que íbamos atravesando-    -Tren dirección cartagena-    -Al otro lado de la laguna Estigia - Los cuentos de la muerte-    -El hombre que golpea y otros relatos breves-   




 
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