Mi niña se me ha perdido
y ya no tengo remedio...
Quedó preñada la noche
desdoncellada en un lecho
ensangrentado de ardores
que van calmándose en besos.
Embarazada del Sol,
gotas de luz en su seno,
va germinando en su vientre
las semillas de un sol nuevo.
Tira sus besos la mar
a la veleidad del viento
que se detiene en las palmas
cantando un son marinero.
¿A dónde, mi niña amarga,
consigo lleva mis sueños?
Con polvo de cien caminos,
ardiente sed de luceros
y hambre insaciable de albas
en las arenas me echo.
Los aguijones del aire
en el panal de mi piel
buscan abrirse sendero
con álgidas trapatiestas
en el nido de los vellos.
¿En dónde mi niña amarga
se baña en el agua clara
de otros ajenos sueños?
Por ella cierro al Olvido,
¡que no naufrague el Recuerdo,
que no se llene el vacío
del no ser de su silencio!
Quiero llevarla conmigo
como la sangre y los huesos,
como mi sombra, en el día,
y en la noche, como el sueño;
como mi tierra, en el alma;
y, en la esperanza, mi pueblo.
Mi niña se me ha perdido
y ya no tengo remedio!
¡Ah, el barco sobre la mar!
Recitando a Lorca pasa,
montado, a caballo,
el viento...