Autor: Robert Newport

Fuente: https://www.polseguera.com/writers/writing-325_cartas-a-un-amigo-imaginario-2015.html


Cartas a un amigo imaginario (2015)

(7 enero 2015)

Amigo imaginario:

Comenzamos un nuevo año que, irremediablemente, estará marcado, una vez más, por la política: en el mes de noviembre habrá elecciones generales. Hasta entonces, los partidos políticos movilizarán a todos sus efectivos en una confrontación desesperada, en la que, del mismo modo que en un enfrentamiento seudobélico, todo estará permitido: inauguración de obras inconclusas a diestro y siniestro -todo un clásico-, promesas de cumplimiento imposible... ¡Mentira tras mentira! Lo habitual en estos casos. Ahora bien, los ciudadanos hemos madurado -¡unos más que otros!- y, sobre todo, estamos hartos de promesas incumplidas, de eufemismos y circunloquios. Ya no creemos en fantasías.

No recuerdo haber mencionado en mis cartas anteriores, que una nueva formación política irrumpió el pasado año -¡en olor de multitudes!- en el panorama político de este país. Su nombre es Podemos, y el populismo es su seña de identidad. Ha conseguido movilizar a todos aquellos ciudadanos que, decepcionados con el bipartidismo, creen ver en este nuevo partido la oportunidad para que se produzca un cambio de rumbo -¡y de signo!- político en nuestro suelo patrio. En muy poco tiempo, ha conseguido situarse en los puestos de cabeza -con el Partido Popular y el Partido Socialista- con una amplia intención de voto. Empiezan las incógnitas, las preguntas sin respuesta, la incertidumbre, las dudas y la desconfianza. Ahora ya son tres en discordia. ¡Lo que nos faltaba! Es decir, que la van a liar parda y no habrá margen para el aburrimiento. Se amplía el abanico de posibilidades con una oferta de lo más heterogénea. Pero, ahora más que nunca, hemos de ser prudentes y reflexivos.

Desconozco cuál será la estrategia de campaña diseñada por los tres principales partidos que he mencionado. Ni siquiera sé si tienen claros sus objetivos. Sin embargo, como ha venido ocurriendo en todas y cada una de las campañas de los últimos 34 años, las descalificaciones del contrario -insultos incluidos- me temo que será la nota predominante. Aunque, ciertamente, es pronto para aventurar suposiciones mínimamente razonables, la experiencia de anteriores convocatorias me hace sospechar que los oradores de turno concentrarán sus esfuerzos en el puntual oportunismo -con una clara intención de acoso y derribo del oponente-, en lugar de exponer con reflexiva objetividad sus programas electorales. Si, como sospecho, se confirma lo que acabo de decir, puedes estar seguro, querido amigo, de que mi intención de voto se quedará únicamente en eso: en una mera intención.

Pero, bueno, tú sabes que, por una serie de circunstancias adversas que ahora no vienen al caso, el pesimismo y la desconfianza llevan varios años instalados en mi vida. Por ello, te recomiendo que ignores mis sospechas y, llegado el momento, decidas libremente a quién le otorgas tu confianza.

Estimado amigo, tiempo tendremos de hablar, largo y tendido, sobre este y otros asuntos de interés que, sin duda, se irán sucediendo a lo largo de este año que comienza.

Un fuerte abrazo.
Robert

 

(25 abril 2015)

Amigo imaginario:

He tardado algo más de tres meses en escribirte, pero es que la cosa política continúa siendo una esperpéntica representación de la realidad de este país. La sucesión de recíprocas acusaciones como estrategia ofensiva, en cualquier lugar y ocasión, evidencia la absoluta falta de argumentos para convencer a los ciudadanos y, lo que es más grave todavía, a sus propios seguidores. Un lamentable espectáculo, indicativo del bajo perfil político-argumental de los que nos gobiernan y, también, de los que pretenden ocupar su lugar. Una solemne tomadura de pelo. Una ofensa a la inteligencia de los ciudadanos. ¡Una vergüenza!

Pero todavía hay más. A los ya conocidos, Bárcenas y Pujol, entre otros, hay que añadir otro personaje relacionado con la evasión de capitales. Se trata de Rodrigo Rato (Rodrigo de Rato y Figaredo), exvicepresidente segundo del Gobierno y exministro de Economía en el Ejecutivo de José María Aznar, que ocupó el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional, y dirigió el grupo financiero Bankia, que fue investigado por supuestos delitos de fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales, después de haberse acogido a la amnistía fiscal aprobada en el año 2012 por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Así, el pasado día 16 de este mes de abril, tras varias horas de registro de su domicilio por agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera, Rodrigo Rato fue detenido por la policía judicial y, seguidamente, puesto en libertad. Como puedes ver, amigo mío, continúa vigente el refrán: el que no corre, vuela.

Por otra parte, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dice que a lo que se acogió el señor Rato no se le puede denominar amnistía fiscal, sino regularización fiscal. Sin embargo, no sé si por llevarle la contraria al señor Montoro, o por llamar a las cosas por su nombre, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, califica lo de Rodrigo Rato como amnistía fiscal. Mal andamos cuando no existe unanimidad de criterio entre los miembros de un Gobierno que rige nuestro incierto destino.

Continuando con el asunto fiscal, parece ser que 705 contribuyentes están siendo investigados por la Agencia Tributaria. El Gobierno se niega a facilitar sus nombres, lo que me hace sospechar que aquella amnistía aprobada en el año 2012 no fue creada prêt-à-porter, sino confeccionada como modelo exclusivo -¡a medida!-, para facilitar a sus afines la regularización del dinero evadido. Tal vez no haya sido así y yo esté equivocado. En cuyo caso, naturalmente, reconoceré mi error y me disculparé. Pero la indignación y la desconfianza me llevan por esos derroteros. Sin embargo, aunque procurando no obviar los límites que aconseja la prudencia, todavía me asiste el derecho a poder expresar libremente lo que pienso.

Así están las cosas, querido amigo. Y el día 24 de mayo habrá elecciones municipales y, en la mayoría de las comunidades, también autonómicas. Puede haber sorpresas, aunque menos de las que muchos piensan. Y, también, mucha decepción. En cualquier caso, la vida se compone de éxitos y fracasos, de penas y alegrías, de risas y llantos... Pero también de ética y estética.

Un fuerte abrazo.
Robert

 

(26 mayo 2015)

Amigo imaginario:

Como sabes, el pasado día 24 se celebraron las elecciones municipales y, en la mayoría de las autonomías, también las autonómicas. Por tanto, ayer fue el día después. Y los resultados, aunque algunos se resisten a reconocerlo, indican un claro cambio de color político en nuestro país, propiciado por la indignación de gran parte de la ciudadanía a la que las drásticas decisiones del Gobierno arruinaron sus vidas e hipotecaron su futuro y, probablemente, también el de sus hijos.

Es cierto que las urnas nos dan la posibilidad de mejorar o invertir una situación insostenible, pero no siempre depositamos la papeleta más conveniente. Y nos equivocamos. Tal vez adolecemos de criterio por no estar suficientemente informados. Tal vez nos pueden los sentimientos, contradictorios y discordantes la mayoría de las veces. Ahora bien. Esa papeleta, ese voto individual que depositamos siguiendo una liturgia bien aprendida, puede llegar a tener la fuerza necesaria para cambiar el cromatismo político de un país. Aunque, lamentablemente, no siempre con acierto. No somos infalibles. Pero, en cierto modo, equivocarse puede tener su lado positivo: aprender de los errores para no volver a tropezar de nuevo.

El Partido Popular, según se deduce de los resultados del escrutinio, ha perdido gran parte de su hegemonía. En Galicia, por ejemplo, comunidad que históricamente fue uno de sus principales feudos, no podrá seguir gobernando en la mayoría de los municipios. Uno de ellos, el emblemático ayuntamiento de Santiago de Compostela. Del mismo modo, tampoco podrá continuar al frente en dos de las tres diputaciones que presidía. Y en Madrid, la gobernabilidad de su ayuntamiento, buque insignia de la municipalidad del país, pasará a manos de una fuerza política de nuevo cuño: Ahora Madrid. Aunque, eso si, coaligada con el Partido Socialista, para disgusto y pataleo de Esperanza Aguirre.

También en Barcelona, quién lo iba a decir, el ayuntamiento cambia de titularidad: Barcelona en Comú, de Ada Colau -que puede ser la próxima alcaldesa-, desbanca a Convergència i Unió, de Artur Mas.

El Partido Socialista, por su parte, tampoco obtuvo unos resultados como para tirar cohetes. Sin embargo, hemos de considerar que puede tener un papel muy relevante -en calidad de aliado perfecto-, para consolidar la supremacía de otras formaciones.

Así las cosas, amigo mío, este varapalo viene a ser, de alguna manera, la necesaria cura de humildad contra la prepotencia y la arrogancia que siempre caracterizaron al Partido Popular. Sólo era cuestión de tiempo. Y ese tiempo ha llegado. Comienza un nuevo ciclo, una nueva andadura municipal y autonómica. Un nuevo tiempo de pactos y coaliciones, con sus ventajas e inconvenientes. Esperemos, no obstante, que los nuevos protagonistas no cometan los mismos errores y desmanes que cometieron sus predecesores. Esperemos, también, que sepan gestionar, con eficacia y honestidad, el poder que los ciudadanos les han otorgado.

Hemos de ser prudentes, muy prudentes, y no dejar que la euforia nos impida ver con claridad lo delicado del actual panorama político. Decía José María Pemán: ‘Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino’. Y yo, ante este nuevo escenario político, me pregunto qué nos deparará el destino.

Y esta es, querido amigo, una pequeña muestra de lo acontecido en estas elecciones municipales y autonómicas. Aunque, me temo, esto es sólo el principio de lo que aún está por venir. Te mantendré informado.

Un fuerte abrazo.
Robert

 

(25 junio 2015)

Amigo imaginario:

Como te decía en mi carta anterior, los resultados de las pasadas elecciones municipales y autonómicas han sido de lo más variopintos. Las formaciones -algunas de nuevo cuño- que salieron elegidas en ayuntamientos y comunidades autónomas para gobernarnos durante los próximos cuatro años, no todas tienen decidido con quién se van a coaligar. Y es que también en esto predomina la ley de la oferta y la demanda: si me ofreces tal o cual área de poder, formo gobierno contigo. De lo contrario, ahí te quedas, más solo que la una. A gobernar en minoría, con lo que ello conlleva, y a recibir palos de un lado y del otro. Y en esas están. Y no sólo en los ayuntamientos y comunidades. También existe un tira y afloja para presidir las diputaciones. Todo es un vergonzoso y descarado chantaje al que, inevitablemente, siempre hay alguien que acaba cediendo. ¿Dónde queda la vocación de servicio público que se le supone a los que se dedican a la política?

Por otra parte, no sólo se forman coaliciones entre formaciones del mismo o parecido color político. Nada de eso, amigo mío. Por conseguir una parcela de poder son capaces de pactar con el mismísimo diablo. Es decir, con formaciones manifiestamente antagónicas, que, salvo excepciones, más tarde o más temprano, acaban tirándose los trastos a la cabeza.

Te decía en mi carta del pasado día 7 de enero: “Empiezan las incógnitas, las preguntas sin respuesta, la incertidumbre, las dudas y la desconfianza. Ahora ya son tres en discordia. ¡Lo que nos faltaba! Es decir, que la van a liar parda y no habrá margen para el aburrimiento. Se amplía el abanico de posibilidades con una oferta de lo más heterogénea. Pero, ahora más que nunca, hemos de ser prudentes y reflexivos”. Y en esas estamos.

Amigo mío, reconozco que he quedado desfasado. Hace algún tiempo, un buen amigo me dijo que, en lo que a la política y a los políticos se refiere, soy claramente utópico. Y creo que tiene razón. Porque, a la vista de lo acontecido a lo largo de los casi cuatro años que llevamos de legislatura, conceptos como dignidad, coherencia, ideología (si aún existe), honestidad, honradez... parece que han quedado en desuso, anticuados, demodé. Y yo sin querer enterarme.  
 
Así las cosas, paciente amigo, continuaremos expectantes y preparándonos para la siguiente campaña electoral de cara a las próximas elecciones generales que, según las últimas noticias, se celebrarán finalizando el año en curso.

Un fuerte abrazo.
Robert

 

(10 octubre 2015)

Amigo imaginario:

Después de tantos meses de silencio, durante los cuales la política tuvo -y sigue teniendo- una gran presencia: Plebiscito Independentista en Cataluña, cuatro millones de desempleados, precariedad laboral, familias que subsisten gracias a los comedores sociales de las oenegés y a los bancos de alimentos... Todo continúa exactamente igual. Pero los indicadores macroeconómicos -¡toma terminología!-, ajenos a las necesidades reales de una población cada vez más empobrecida, siguen marcando un crecimiento de la economía del país, que el Gobierno celebra y proclama a bombo y platillo. El bombo, para hacer ruido. Pero el platillo, lamentablemente, es el que se ven obligados a utilizar los indigentes, cuyo número aumenta cada día, que vemos a diario en las entradas de los supermercados y de los bancos, o en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades, con la esperanza de que los ciudadanos que aún puedan permitírselo, depositen en él unas monedas que les ayuden a soportar la precaria situación en la que están sumidos. Esa es la realidad de nuestra economía patria. Lo demás son monsergas. Y como dicen en mi pueblo: o falar non ten cancela.

Muchas familias en nuestro país -¡qué vergüenza y qué desgracia!- se encuentran al borde de la exclusión social. Y, de continuar así, más pronto que tarde se verán abocadas a la más absoluta indigencia. Por eso, querido amigo, a los gurús de la economía, que aseguran que se está produciendo una más que evidente recuperación económica en este país, y que somos un ejemplo en Europa, les sugiero que hablen con los padres de familia desempleados, o con los que tienen un trabajo precario con contratos basura -aceptados, qué remedio, con estoicismo- y salarios que no les permiten dar de comer a sus familias, y mirándoles a los ojos, si tienen lo que hay que tener, les digan que somos el Non Plus Ultra de la economía, y que no tienen ningún motivo para quejarse ni de qué preocuparse. Y esos padres de familia, cuya desesperación e impotencia se está transformando en odio hacia todo y hacia todos, les mantendrán la mirada, desafiantes, sin pestañear, y los mandarán directamente a la mierda.

Te pido disculpas por esta grosería, pero convendrás conmigo que esta situación le hace perder a uno los modales, la compostura y, también, la paciencia.

Así las cosas, amigo mío, los partidos políticos, ajenos a las necesidades y penurias de los ciudadanos, continúan con sus campañas, de manera soterrada o abiertamente -¡qué más da! ¡Aquí todo vale!-, con la vista y el oído puestos en las elecciones generales del próximo día 20 de diciembre. Y lo demás es secundario. Ahora bien, como no podía ser de otra forma, las descalificaciones están a la orden del día. También, la prepotencia y la arrogancia de unos, así como el populismo y la permanente y sistemática actitud de reprobación de otros, sigue siendo la tónica general del actual panorama político en nuestro suelo patrio.

Otro asunto serio, y muy preocupante, es el de los refugiados sirios. Europa distribuye entre los países miembros el contingente migratorio de decenas de miles de personas que huyen, o tratan de huir, de la guerra que asola Oriente Medio. Y que, a decir de algunos, es la mayor crisis humanitaria europea desde la Segunda Guerra Mundial. Esperemos que podamos y sepamos gestionar esta nueva crisis. Tenemos ante nosotros un importante nuevo reto que afrontar.

Un fuerte abrazo.
Robert

 

(21 diciembre 2015)

Amigo imaginario:

Hoy, cuando todavía estamos bajo los efectos de la resaca de la jornada electoral, ya es el día después. Un día en el que los líderes de las principales formaciones políticas, en comparecencias carentes de entusiasmo, hicieron un análisis de los malos resultados obtenidos. Los escaños conseguidos, una vez escrutado el 100% de los votos, quedan de la siguiente forma: Partido Popular (123), Partido Socialista (90), Podemos (69) y Ciudadanos (40). Lo que quiere decir que los pactos serán inevitables para formar un Gobierno estable. De manera que seguimos sin saber quién será el próximo presidente del Gobierno, ni qué formaciones sellarán un pacto que les permita gobernar los próximos cuatro años. Y, según las informaciones publicadas en los medios, no lo sabremos hasta el día 13 de enero de 2016.

Amigo mío, como habrás podido comprobar en la información aparecida en los distintos medios, el número de escaños que le corresponde a cada partido no es proporcional al número de votos obtenidos. Ello es debido a la que se conoce como Ley D’Hondt, que se utiliza desde los inicios de la Transición.

En un sistema electoral como el nuestro, en el que el reparto de escaños no se realiza a partir del cómputo general de votos en todo el país, sino por provincias -cada una de ellas tiene asignado un número concreto de diputados-, la Ley D’Hondt favorece a las grandes formaciones nacionales o a las que cuentan con un gran peso específico en algunas zonas. Y se resume así:

-Para determinar los 350 diputados del Congreso se establece, según la normativa vigente, una división territorial en 52 circunscripciones: las 50 provincias, más Ceuta y Melilla.

-Cada circunscripción tiene asignado un determinado número de diputados: uno Ceuta, uno Melilla y un mínimo de dos por provincia. Esto representa un total de 102 escaños. Los 248 restantes se reparten de manera proporcional a la población. En el caso del País Vasco, Vizcaya cuenta con 8, Guipúzcoa con 6 y Álava con 4.

-Se desestiman aquellas candidaturas que no hayan superado el 3% de los votos totales. Entre las restantes, se divide el número de papeletas obtenidas por cada lista por 1, 2, 3... hasta un número igual al de los escaños de la circunscripción.

-Los escaños se atribuyen a las candidaturas que obtengan los cocientes mayores.

Bueno, he de confesar que para poder explicarte el funcionamiento de la Ley D’Hondt -y, también, para poder entenderla yo, que aún no estoy muy seguro de haberlo conseguido- he tenido que consultar varias fuentes. De todos modos, sospecho que este no es el mejor sistema, ni el más justo, para el reparto de escaños. Pero, ciertamente, tampoco tengo argumentos suficientes para demostrar lo contrario.

La cuestión es, querido amigo, que en este momento la gobernabilidad del país no se presenta nada fácil. Me temo que, finalmente, serán inevitables los pactos. Aunque las alianzas, necesariamente, exigen que los posibles socios estén dispuestos a renunciar, con generosidad, a ciertas pretensiones. Y eso, en principio, hemos de considerarlo una utopía. Porque, además de cuestiones de mayor calado político, han demostrado ser narcisistas y egocéntricos Así las cosas, considero que ciertos compromisos son siempre una incógnita. Una pregunta que le hacemos al destino... En definitiva, la situación política del país, en este momento, es muy preocupante. Dicho esto, no podemos descartar que dentro de unos meses haya que celebrar nuevas elecciones. Aunque, como decimos en Galicia, ¡San Silvestre, meiga fora!

Si antes no se produce ningún hecho de especial relevancia, hasta el próximo año no reanudaré nuestra relación epistolar. Entretanto, paciente amigo, disfrutemos, con razonable moderación, de estas fiestas de Navidad y Año Nuevo.

Un fortísimo abrazo.
Robert