Llegas temprano, te sientas, miras la hora, toca esperar.
Por ahí entra el autocar, abre las puertas, accedes, te sientas.
Llevas una mochila pequeña.
Contigo, en el regazo.
El autocar arranca. Os vais.
El trayecto pues que empieza. Son las tres.
Coche de línea. Puntos de acceso, de bajada de quienes…
Qué paisaje. Qué somnolencia.
Aún falta para llegar. El trasero ergo ya molestan las lumbares, aún falta.
El vehículo sigue rumbo destino lugar de llegada.
Por fin, tu trasero lumbar a salvo, que bien, con acento.
Te apeas con tu dolor de cabeza a cuestas, sobre los trapecios.
Paso a paso, llegas a casa, a la avenida domicilio hogar.
La otra mano una llave, dos vueltas, entras. Viceversa cierras.
Zapatos fuera, cefalea por dos horas o más.
¿Aspirina, similares? No, gracias.
Una sartén, cerca de las ocho, revueltas unas verduras.
Suave la cena.
Estropajo.
Guardas la sartén.
Escribes…. en el poco probable caso de acordarte, esta poesía escribes.
Ya sobre la cama.
Mañana, otro día.
Felices sueños.
¿Felicidad? No, gracias.
Pues que duermas bien.