Autor: EL POLACO Fuente: http://www.polseguera.com/writers/writing-278_cazadores-no-maten-al-hombre.html Cazadores, no maten al hombre Cazadores, no maten al hombre     Rápido. Rápido. Rápido, corre, corre, corre. Solo piedras bajo mis pies, y una rama espinosa que me hiere al correr. No los oigo … ¿Los Habré perdido o dejado atrás?     ¡No! Allí siento los perros tras mis huellas. Los grandes mastines negros como el azabache me persiguen, seguramente olfateando mis temerosas pisadas bajo el manto de hierbas en el desierto.     Detrás vendrán sus bestiales amos con sus lanzas de dos puntas y sus cuchillos afilados deseosos de sangre. Ellos conocen la zona y tienen piernas fuertes, por eso debo dejar de correr y enfrentarlos.     ¿Con que? ¿Piedras? ¿Palos?  No hay quien me facilite una espada. Estoy en el desierto sin agua ni comida, cuando desfallezca me alcanzaran …     Una espada … Si tuviera una espada, ayer la tenia. Ayer, no hoy. Ayer cuando llegue a esa aldea. Ayer, todo era diferente. Muy diferente …     Creí que nunca terminaría de atravesar ese desierto. El lugar parecía un pueblo de pastores, y un anciano me ofreció una escudilla con leche de cabra para saciar mi sed.     Mientras bebía una cabeza asomo a espaldas del anciano, y unos bellos y enigmáticos ojos negros me miraron asombrados. El anciano se enojo y retándola le dijo que se metiera dentro de la casucha de adobe.     Le dije, que te ocurre con ella, porque es un estado muy duro el del encierro para una joven, y pareces angustiado por la posesión de una hija muy bella.     Me miro directo a los ojos y me dijo: La belleza en las mujeres, es como la miel, fragante, dulce y deleitosa … , pero también atrae a los insectos.     Me resulto graciosa la comparación, y reí como hacia mucho tiempo no lo hacia. Le conteste, las moscas son naturales alrededor de la miel, así como los galanes alrededor de una joven.     Me miro sombríamente y me contó una historia. Con un gesto fácil señalo unas lejanas montañas … ¿Ves?. Allí vive una familia de hombres duros. Cazadores que matan todo aquello que vuele, se arrastre o corra.      Visten con piel sin curar que apestan a cadáver, y se dejan los cabellos y las barbas hasta la cintura. Viven en cuevas como fieras, y comen carne cruda. Su fuerza es colosal. A veces consiguen vino y entonces la montaña se llena de hogueras, donde se escuchan alaridos que parecen mas de bestias que de hombres.     Son tres hermanos y el padre. A veces han venido a buscar mujeres a nuestro pueblo, y se las llevan a las montañas. Solo le falta mujer a uno, pero ayer vio a mi hija en el río, y se enloqueció. La persiguió como una fiera, pero gracias a su caballo ella pudo huir.     En cualquier momento puede aparecerse por aquí, y yo que puedo hacer si solo soy un viejo. Excepto hacerme matar, que es lo que Hare.     No había terminado de hablar, cuando el hombre armado se presento ante el viejo. Tenia un fuerte olor a bestia, y le costaba hablar. Le dijo, vengo a llevarme a tu hija a lo cual el anciano se negó.     El monstruo gruño como un cerdo y salto como un resorte hacia la casa, tomando a la muchacha entre sus peludas manos. Me interpuse en su camino y le dije: Suelta a la muchacha y vuelve a las montañas, una mujer no es ganado.     No escucho mi orden y acometió con su enorme hacha afilada tratándome de matar. El mas entupido de los soldados lo hubiera matado, de no ser por su loca fuerza de mastodonte. Así y todo le clave mi espada en su enorme pecho peludo, fue casi como matar a un oso o un cerdo salvaje …     Con un fuerte alarido, se desclavo de mi espada y girando sobre sus talones hizo lo increíble. Huyo hacia la montaña. Seguramente iba a buscar a los suyos, aunque ya estaba muriendo.     Ayude al anciano a enganchar su carro a los animales y luego observe como esse te marchaba con su hija. Yo pensaba hacer lo mismo porque sabia que su familia me vendría a buscar en señal de venganza.     Hacia horas que había dejado el pueblo y todo parecía tranquilo. Algo me llamo la atención en la arena, esta se removió y aparecieron los cuerpos peludos en ella. Trate de defenderme, pero debido a la sorpresa uno me golpeo de atrás y me atraparon.     Cuando desperté unos ojos de asesino me estaban observando y me dijo: Mi nombre es Boca de Bronce, y tu eres el asesino de mi hijo. Ninguno de los míos que muera, lo hace en vano, y pagaras su muerte con tu propia sangre.     Cuando el sol este bien alto, te soltaremos en el desierto. Te daremos tiempo hasta que la tiniebla se vuelva azul. Luego te saldremos a cazar, y el primero que te encuentre deberá taer tu piel para extenderla sobre el cuerpo de mi hijo menor.     Me soltaron y corrí por el extenso desierto hasta que las fuerzas parecían abandonarme. Desde la cumbre de la roca pude divisar el territorio a mis espaldas. También pude ver las tres manchas oscuras que calla a lo lejos se acercaban muy distanciadas unas de otras.     Boca de Bronce trae a los perros, los hijos vienen solos. Esto es una cacería, y sin agua ni armas, llegado el momento me alcanzaran. Tengo que enfrentarlos ahora que puedo porque aun tengo algo de fuerza.     Me saque las correas de mis sandalias, y las use para tensar una gruesa rama de un árbol y usarla a modo de látigo. Espere asomado sobre las rocas, hasta que una de las figuras apareció ante mi … Te tengo me dijo, y avanzo con su lanza en mano para cazarme.      En ese momento tire fuertemente de una de las tiras de cuero que tenia en la mano y la gruesa rama le dio de lleno en el pecho. Lo golpeo tan fuerte que perdió el equilibrio y cayo despedazado por el  barranco.     Debo huir … Allí llega el otro … Y no he podido tomar ninguna arma. Removí un poco la tierra, y me escondí rápidamente detrás de unos arbustos.      El otro hijo viendo que yo había matado a su hermano se abalanzó lleno de una furia loca, hacia la tierra removida con su lanza en mano, y la clavo varias veces en el lugar creyendo que me había escondido allí. Fue en ese momento que surgí detrás de los arbustos, y le lance una maciza roca sobre su cabeza, dándole muerte en el acto. Tome sus armas y espere al padre. Espere a Boca de Bronce …     Vi. acercarse a Boca de Bronce con sus perros … Esos perros … Pueden destrozarme en segundos … Olfatearían en mi al enemigo … Entonces se me ocurrió la idea …     El vil asesino soltó los perros, y un salvaje coro de gruñidos y ladridos fue el corolario de la carrera de los mastines. Boca de Bronce río torvamente y dijo: De esta no te salvaran ni los dioses, forastero.     Espada en mano surgí de la nada, y le dije al siniestro asesino: Los dioses tal vez no, pero el cambio de mis ropas con tu hijo si. Los perros han buscado el olor y lo han hallado. en la locura de la carrera no habrán identificado el olor familiar debajo de mi manto. He matado a tus dos hijos y solo quedas tu …     Perro … la muerte te resultara dulce a cambio de lo que te espera, me dijo y se abalanzó con todo el odio del mundo. Con la espada aferrada a dos manos entre bajo los brazos del gigante, y allí  la hoja de bronce lo abrió como si fuera una fruta podrida.     Nos … Nos has matado a todos … ¿Como …? Me dijo.         No es bueno cazar a un hombre. Es un juego donde la frontera entre victima y matador, no ha sido bien delineada, y puede cambiar en cualquier momento. Como ahora …     Me di vuelta y comencé a alejarme … Boca de Bronce comenzó a gritar que estaba herido y que no lo dejara solo. Le conteste, no te dejo solo. No tardaran en volver tus perros … volverán enloquecidos por la matanza … Y olerán tu sangre … No … No te dejo solo… Te dejo con la muerte.     Me aleje y lo oí gritar. No era un grito, era mas bien un bramido espantado. Cerré mis oídos al tremolo de horror de su voz, y apure el paso. Tenia que recuperar mi carro y mis armas.     Estaba lejos cuando oí ladridos en la distancia …