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El rincón literario: La pesadilla de un sueño

Un perro, sin raza conocida y con alguna pulga que otra de acompañante, buscaba entre los cubos de basura. Sus patas delgadas, soportaban con esfuerzo un cuerpo esquelético y mugriento.

Rebuscando encontró una bolsa que por el olor parecía que eran restos de chuletas.
-¡ Qué suerte!- pensó- hoy ceno.
Rasgó la bolsa y efectivamente eran restos de chuletas; a estas alturas de la vida, un lujo.

Andaba devorando con verdadera pasión su cena, cuando otro perro vagabundo se acercó; vio el botín, le enseñó sus enormes dientes, creyó que con eso sería bastante, pero se sorprendió al ver que el esquelético le hacía frente.

El enclenque apartó la bolsa con una pata y trató de esconderla, sopesó la situación:
- No tengo mucho que hacer contra éste animal, pero si abandono, sabrá Dios cuando encuentre otra oportunidad cómo ésta.
Así que sin muchas esperanzas se enfrentó al intruso.

La primera dentada fue la que más le dolió, en el lomo, aunque intentó defenderse no pudo lanzar ningún mordisco, porque la segunda mordida le cazó el cuello. Notó cómo la sangre corría por sus delgadas patas y cómo la fuerza se iba poco a poco...

¡Qué angustia! Se levantó sobresaltado de la cama ¡Había sido una terrible pesadilla! ¿Cómo se le podía ocurrir, soñar una cosa así; que era un perro?, y encima moribundo y además que era atacado por otro perro. ¡Horrible!

El hombre se levantó y fue hacia la cocina, tomó un vaso de agua y bebió para pasar el mal trago. Le entró la risa pensando en el sueño. ¡Qué estupided! La risa aumentaba a medida que recordaba las escenas; se aliviaba con las carcajadas.

¡Horror, ¡Un dolor en el pecho! El hombre volvió a sudar, pero ésta vez sabía que no era un sueño, que era verdad, el dolor crecía en intensidad y notó cómo el aire empezaba a faltarle.
El vaso se hizo añicos contra el suelo, el agua salpicó sus pies descalzos.
Su cuerpo se desplomó.....

¡Qué ansiedad!, como un resorte, el perro se levantó. Tal vez fue el calor de la alfombra o el de la chimenea, el caso es que nunca había tenido una pesadilla igual. Se estiró para despejarse y del recipiente que llevaba su nombre "Sultán", bebió agua.

Se acercó a la ventana, seguía nevando, pero ya estaba amaneciendo.

Un perro soñó que era un hombre que soñaba que era un perro.


José Luis Barroso Sánchez (jlbarrososanchez@wanadoo.es)

Abril, 2003






 
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