Welcome/Bienvenido/Benvingut
Welcome/Bienvenido/Benvingut

El rincón literario: Mauricio el pez: Clásica historia de falsas promesas y desilusiones

Mauricio el pez: hermano menor de una familia de sardinas de clase media numerosa, deseaba conocer el ancho mar, sus secretos, abismos y costas. Deseaba nadar por donde nadie lo había hecho antes; explorar, ser reconocido, visitar aquellos maravillosos parajes que su madre le había descrito desde su primera infancia. Deseaba salir de su casa de dos piezas que alojaba a sus más de 20 hermanos, su madre y abuelos y ser libre por vez primera. Pequeño e ingenuo Mauricio… una semana luego de iniciada su excursión, y sólo después de encontrar manchas de petróleo, corrupción y suciedad, se vio envuelto en una aún mayor aventura: Ser enlatado en una inmensa fábrica de productos enlatados. ¡Que bien se sentía ser triturado junto a miles de seres como él!: ser descuartizado, martillado, empastado y embutido junto con cerca de media docena de sardinas como él y pestilente aceite en una diminuta y oscura lata ¡Valla aventura la de nuestro Mauricio! Y así pasó cerca de dos días hasta que se lo llevaron en un camión gigante que olía como casa: a mar en descomposición, hasta un lugar bien lejos de su amado mar, a un supermercado (así lo llamaban las voces del exterior; dioses él pensaba…) donde fue descargado con brusquedad junto a sus latas compañeras y empujadas por ruidosas máquinas hasta ser colocadas en colapsadas repisas y de ahí esperar. Esperar. Esperar. El no sabía qué debía esperar, pero sabía que estaba en esa repisa por algo. Algo iba a pasar lo sentía, lo presentía… y pasó. Un día, tiempo después se lo llevó una de esas misteriosa voces y con una herramienta chirriante abrieron su olorosa prisión de lata y fue untado sobre pan hirviente y cubierto con una crujiente hoja de lechuga recién lavada que fue puesta encima de la pasta de Mauricio y compañía. Y ahí todo fue rápido. Se lo tragaron: sus esperanzas, deseos, pasiones. Fue digerido y acabado. No quedaron de él más que míseros restos y una familia agradecida de que tenían una boca menos que alimentar ahora… triste pero verdad. Mauricio hasta el día de su muerte pensó que todo era maravilloso, tal como su madre le había dicho. Pero fue este falso intento de su madre de hacerle la vida más interesante y bella que lo llevó a tal destrucción. ¿Acaso no merecía este pequeño pez conocer la verdad? ¿No merecía acaso morir sabiendo que su vida había sido toda una mentira?

Corta la vida del pequeño Mauricio; sólo murió, sin familia ni amigos… lejos del hogar. Todo por culpa de su estúpida sed de conocimiento, y reconocimiento. Si sólo hubiese conocido la verdad… se habría desilusionado claro, pero se habría recuperado como todo pez de clase media y habría sobrevivido largos años en un trabajo mal remunerado y sufriendo continua depresión. Pero no hubiese muerto a temprana edad, no. La ignorancia y falsas ilusiones lo mataron. Su falta de conocimiento del sistema y del verdadero y terrible mundo lo mataron. La sociedad engañosa lo mató… Si sólo hubiese abierto los ojos y hubiese aceptado que no era más que un pez de clase media, feo, algo marchito, que no tenía otro destino que trabajar de sol a sol, casarse, reproducirse y continuar con la maldita especie para que el ciclo pudiese continuar. Malditos quienes no le mostraron esta verdad y le llenaron la cabeza de porquerías, falsas esperanzas, ilusiones engañosas… Si sólo le hubieran dicho desde que no era más que una pequeña ova resultada de una relación promiscua entre un bacalao de dudosa reputación, sediento de una aventura, y una sardina joven demasiado ebria para recordar nada a la que se le había subido el licor barato a la cabeza rato antes de conocer a aquel bacalao al que nunca más vio. Malditos quienes lo adoptaron tiempo después y que le ocultaron su verdadera identidad, creando en vez una historia fantástica de peces dorados y bondad exagerada. Si sólo hubiese sabido que el mar no era más que un lugar oscuro, corrupto, asqueroso y más que nada difícil. Quizás si sólo hubiese sabido la verdad se habría aprendido a tragar toda esa inmundicia y tratado de sobrevivir como tantos otros o quizás se hubiese hartado y se hubiese quitado la vida el mismo… al menos hubiese muerto con algo más de dignidad y sabiendo la verdad en vez de devorado por seres extraños que fueron incapaces de valorarlo por todo lo que fue y hubiese llegado a ser: un pez sin pasado ni futuro, sin permanencia y sin recuerdos: El típico pez empleado de clase media.

Francisca Rodríguez
flaaan_546@hotmail.com


 
www.polseguera.com - © Polseguera. Todos los derechos reservados

info@polseguera.com