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El rincón literario: Habitación 444


Habitación 444

escrita por

Ruben Romero Manrique

Cuándo salió de casa suya, Joan Cortada como de costumbre, se fue a comprar el diario. Le gustaba comprarse lo que tenía siempre a primera vista. Si era un diario deportivo ya le iba bien, aunque el diario que más le gustaba era La Vanguardia. Justamente después de ir a comprarlo, él iba directamente al garaje. Abrió la puerta con mucha tranquilidad, con demasiado podía ser, ya que él empezaba las clases a las nueve en punto y eran las 9:45 am.

En él era una cosa inusual, ya que a Joan le gustaba llegar a la universidad con dos cuartos de hora temprano de antelación. Se acercó hacia el aparcamiento de la universidad, y sólo faltaban cinco minutos para empezar la clase de química.

Aquel día, 27 de marzo, hacía examen a los alumnos de tercer curso. Nada más cuándo sonaba el timbre, fue cuando Joan entró en clase. El examen duró 55 minutos. Cuando los alumnos de Joan acabaron de hacer el examen, él se iba hacia su despacho, de director. Cinco minutos más tarde que él llegara, llamaron en la puerta.

-Quién me tiene que llamar ahora mismo, tengo cosas a hacer, y no quiero que me molestin,- llamó. (Realmente lo que tenía que hacer Joan era tomarse el café con leche, y además leer el diario.)

Pero quien la llamó a la puerta no estaba,Lupes, que era como le decían todos al conserje de la universidad ya que llevaba unas gafas muy grandes, sino que era la mujer que venía por el lugar|sitio de secretaria.

Entonces cuando entró, la chica, saludó al•legrement, a Joan.

- A partir de este momento, yo le haré las preguntas y Usted contestará. ¿Cuál es su nombre?

- Me llamo Sara Pérez Martínez.

- ¿En dónde ha trabajado antes de venir?

- Yo trabajé durante cinco años en la agencia de viajes Céfiro Tour.

Después de cuarenta minutos de entrevista, Joan acabó contratando a Sara. Joan opinaba que Sara era una mujer muy curiosa.

Llegó el 2 de mayo, cuando llamaron a Joan, mientras corregía los exámenes del día 27 de marzo. Se sorprendió de la llamada, ya que él no tenía ninguna cita por|para aquel día, ni por|para la semana que viene.

Joan se quería tomar un tipo semana sabática. Pero iría a un congreso de profesores de física, ya que era una cosa que se lo tomaba como hobby. Le gustaba mucho ir a los congresos.

A este congreso lo hacían en Barcelona, en un hotel que estaba aislado de la ciudad, a las afueras. Era el hotel Estancia. Allí se reunían la mayoría de los profesores de física de las universidades de Cataluña. La sala de reuniones estaba en el comedor del hotel, que a la vez era la sala principal del hotel Estancia. Estaban todos asentados en sus respectivas sillas, donde decían los nombres de cada profesor y de cada universidad. A él le tocaba estar al lado de su rival, cuando jugaban a baloncesto.

Su rival se llamaba Carles Martí, y fue cinco veces campeón consecutivo de la liga interuniversitaria de baloncesto. También era un excelente profesor de física.

- Lo que pasa es que todavía tengo a la memoria aquella final de baloncesto, en la que tú me, como te lo diría sin que la gente se diera cuenta, a ver, me lesionaste y me arruinaste mi carrera deportiva, ya que me rompiste de una vez|golpe el fémur, y claro ahora La Penya ya no me quería fichar, y entiéndelo, todavía tengo mucho rencor.

- Que habrías querido, por favor, que te hubiera dejado ganar, no no, y mil veces no, por|para encima mío no pudiste pasar. Si hubieras hecho aquel baloncesto, habríais ganado la competición, y eso no lo hubiera soportado.

- Joan, si tú hubieras estado en mi caso, también te tendrías que haber enfadado. En primer lugar, me lesionaste de una manera, que ya nunca pude jugar en el baloncesto, ni hoy, ni mañana ni botar la pelota como aquél que dice. Y en segundo lugar, La Penya, y con razón que tenían, que yo como te digo también hubiera hecho lo mismo, si me hubiera encontrado en este caso, ya no me ficharon, y eso me va doldre mucho, pero claro está, y tú no lo entiendes, a un jugador mediocre, que no te querían fijar ni un equipo de tercera regional, que quieres que te haga. Si, yo no gané aquella final, chico, la ganaste tú si, pero de acuerdo, en aquel partido, y aquí si que te tengo que felicitar ya que en aquel maldito partido, quien|quién fue mejor jugador encima del parquet, fuiste tú, y eso es signo de reverencia. A te aclamo, a mí, y a todos los espectadores, me molesta pero ya lo tengo que ir aceptando, desde aquel partido, ya han pasado quince años.

- Ya lo sé yo, es que en cierta manera, también me siento un poco culpable.( Dijo entre risas, irónicamente. La realidad es que d, de verdad estaba alegrado, que le hubiera podido arruinar su carrera deportiva).

Después de una intensa conversación entre Joan y Carles, que estuvieron discutiendo durante dos largas horas, pactaron la paz, que se pensaba que la paz estaba firmada para|por Carles, incluso, él se pensaba, que eran amigos, pero amigos intimos, de aquéllos, que le explicas todo lo que te pasa a la vida, punto por punto.

Cuando acabó la cena, ya todos los profesores se fueron a sus respectivas habitaciones, y cuando ya todos estaban, se sintió un ruido. Un ruido extraño, como el de un arma de fuego, cuando ya todos estaban durmiendo. Entonces, los encargados de seguridad llamaron del hotel llamaron en cada habitación.

- Somos los de seguridad, os tenéis que quedar en vuestras habitaciones, cuando sea la hora que nosotros descubramos lo que ha pasado en realidad. Esperamos que no sea nada, pero cuando nosotros lo hayamos sabido, nos haremos cargo de volver ha hablar por|para la megafonía del hotel, y de esta manera, podremos devolver a la normalidad.

Después de quince minutos del anuncio de los encargados de seguridad del hotel, la policía se acercó hacia el hotel. Cuando los policías supieron que había pasado, se dieron cuenta de un problema bastante grande. Habían visto las listas del hotel, es decir, a las personas que se habían quedado en el hotel Estancia, los últimos cuatro días. Tenían todos los nombres de personas que habían venido al hotel, desde el 28 de marzo.

De repente, sin que nadie se diera cuenta, incluso, ni los mismos policías se van percatar de la situación en que estaban el hotel entero, una situación de alerta encarnada, como si fuera una alerta de fusión nuclear, no en esta magnitud, pero si que era bastante alarmante. En este momento podrían haber algún asesino y algún muerto.

Cuando ya habían acabado de revisar las listas, mirando y remirándolas, los agentes de policías, se llevó|trajo una desagradable sorpresa. Ellos vieron el nombre de un viejo conocido por todas las comisarías de policías de Cataluña y de toda España.

El supuesto asesino, se llamaba Martí, o se hacía decir de esta manera. Poco después de saber el nombre del asesino, los policías rápidamente fue a intentar localizarlo.

Supuestamente, Martí, ya no estuviera en el hotel, pero aunque a buen seguro no fuera, algunos de los policías de la comisaría del barrio de Francés, que era un barrio que estaba bastante cerca del hotel Estancia, se quedó por el hotel a intentar a ver si lo encontraban. Pasó un par de horas, pero recibieron una negativa.

Cuando desistieron de pararlo de buscar por el hotel, los veinte policías de la comisaría del Francés, fueron a buscarlo, por los alrededores del hotel, donde había un gran bosque. Este bosque tenía una cantidad ingente de cestos. Y era tan grande como media ciudad de Barcelona. Entonces se reencontraron con otro inconveniente cuando quisieron intentar buscar a Martí, los veinte policías, se dieron cuenta de que no tenían medios para buscarlo, ya que los cinco coches que tenían para todos ellos, resultaba de que todos estaban en el taller.

Y de sopetón, cuando ya se echaron a buscarlo, llamaron por fin en toda a la gente del hotel. Entonces toda la gente que estaba en el hotel, que eran casi unos ochenta residentes, de entre los cuales estaba Joan, fueron hacia la sala principal del hotel.

Era una sala bastante pequeña, donde de un vistazo se podía ver que no cabían más de doscientas personas, se reunieron todas los trabajadores del hotel, que eran unas treinta personas, los policías que eran unos veinte, y los asistentes del hotel, y de esta manera casi llenaron la sala principal, donde a veces se hacían conciertos de música, monólogos de artistas, y muchas cosas más, como por ejemplo, en este caso, es hacía un congreso de profesores de física de todas las universidades de Cataluña.

- Somos los policías de la comisaría de Barcelona del barrio del Francés.

Entonces todos los profesores que estaban en el hotel, se hicieron la pregunta, que por qué razón los policías de esta comisaría, habían venido al Hotel Estancia. Entonces una persona, que era el coordinador, de los profesores de física de Cataluña, empezó a hablar.

- Yo, como coordinador de todo este congreso, quiero saber lo que realmente ha pasado, si ha habido un secuestro, un asesinato, si ha sido una falsa alarma, o simplemente una alucinación mía. (Eso último, lo dijo con un tono bastante xulesc, para no decir claramente a los policías, que uno se estaba riendo delante de suyos, y ellos inocentes sin dando cuenta-se, que se burlaban delante de ellos).

- Señor ...

- Bosch, Francesc Bosch, éste es mi nombre.

- Señor Bosch, el que ha pasado si realmente lo quiere saber, es que, es que eso, créeme, es complicado de explicarlo. Como cruz que lo tendría que explicar, que en este hotel acaba de entrar un asesino en serie, de los más buscados de toda Europa ...

Me está diciendo, que en este hotel acaba de hacer acto uno de los asesinos más buscados de Europa. (Eso lo fue diciendo mientras intentaba no obstaculizarse con sus propias palabras, ya que la suya habla, no era de una persona que está totalmente serena sino que estar mucho, pero que muy atemorizada, pero era así como el coordinador hablara así, era la seua forma de hablar de verdad, sino que realmente, estaba bastante sereno, aunque posiblemente en el hotel hubiera entrado un asesino).

Entonces el policía dijo con una voz como si hubiera pasado una cosa muy grave, y realmente si, en este hotel había entrado seguramente un asesino en serie, y daba la casualidad, que, había hecho lo que le gustaba más, la acción de matar además de una persona, ya que alguna persona, que estaba en la habitación 444 oyó|sintió más de un rasgo|tiro.

- Como policía, pido a la persona de la habitación 444, que venga a mi lugar|sitio, con el fin de hacer un pequeño, a ver cómo lo diría, un pequeño interrogament, de esta forma, pudríamos, quizás, aunque siendo realistas, no creo que encontramos alguna pista concluyente.

- Si soy yo. La persona que estaba en la habitación 444. Me llamo Sara Pérez Martínez. Creo que le puedo servir de ayuda, ya que conazco me parece, al potencial asesino.

- Entonces creo, Senyoreta Pérez, que me servirá grande y mucha ayuda.

Entonces, Sara y el policía, se fueron juntos a la habitación 444, para|por si de este modo, pudieran encontrar alguna pista, aunque fuera una huella que fuera casual, de cualquier persona, y no debía de ser en concreto, ya que por aquella habitación, en aquel día de mayo, en aquella precisa habitación, por|para la casualidad que fuera, habían pasado a mucha gente, desde el personal de limpieza, hasta la Sara misma, pasando por el mismo policía, y posiblemente para|por el asesino.

Cuándo iban hacia la habitación, pasaron por el pasadizo principal de la primera planta del hotel, enhebraron|enfilaron el ascensor, y subieron hacia la cuarta planta, que era donde, Sara estaba en su habitación, la 444.

De sopetón, cuando Sara y el policía, entraron en la habitación, vieron, una cosa impresionante, se dieron cuenta, de un dedo.

- ¿Sr. Policia, esta huella, me parece, que puede haber la cabida que sea de alguna persona del hotel?

- Podría ser que si, sin embargo ... Usted cree que si esta huella de..., es que no lo veo, no llevo las gafas de cerca, y claro está ver se me hace bastante complicado, y entonces no te puedo decir que es realmente, pero puede ser que, sea de un dedo o uno ...

- Pues con mucha seguridad, ya que yo veo exactamente (eso lo dijo como si el policía, que resultaba ser el comisario del Francés, fuera un bobo, o simplemente bastante tonto, ya que Sara se pensaba que el policía, era un simple becario o un policía de oficina) pienso que es un dedo.

- Ahora mismo, senyoreta Pérez, cogeré mis gafas, así podré ver mejor, como el Lobo que sale a la Caperucita Roja, después iré a coger mi teléfono móvil, llamaré a los agentes de investigación, así y de este modo, podremos venir a esta habitación cuanto antes posible, con el fin de acercarnos aquí mismo, y poder continuar con este primer golpe de vista, que hemos hecho Usted y yo, Sara.

- De acuerdo Señor ...

- Señor Ribera.

- Excúseme, pues Señor Ribera, cuando Usted quiera, que yo estaré abajo, quiero decir en la planta baja, con todos los profesores, a los policías, los trabajadores, quiero decir al personal del hotel, podrá pasarme a buscar allí cuándo Usted quiera, entonces seguramente que los podré ayudar y así intentar quizás agilizar las investigaciones que haréis.

- Gracias, pues cuando nosotros, los policías, podamos volver a buscarla para retornar a continuar la investigación, ya que creo que nos puede servir de mucha ayuda.

Entonces el comisario se marchó de la habitación del éxito, la número 444, enhebró|enfiló el pasadizo de la planta donde estaba la 444, cogió el ascensor, apretó el botón de la planta baja, entonces empezó a hablar con los policías de la comisaría, de donde él era comisario, para que ellos tuvieran constancia que él y Sara, hablaron en la habitación, ya que si no fuera así, los policías, comprobar la real conversación, es decir, que los policías tenían que hacer como notarios, dar haccer el asunto.

Cuando Ribera llegó a la planta de bajo del hotel, pidió que todos los policías entraran en salón de actos, ya que había unos cinco, que vigilaban la entrada del hotel, para que nadie entrara ni pudiera salir. Esta norma era básica, como de protocolo, ya que entre ellos, es decir, entre la gente que todavía se quedaba en el hotel, podía dar la casualidad, aunque fuera muy remota, de que el asesino pudiera estar en el hotel.

Entonces, Ribera dijo a los policías estaban fuera del hotel, reservando la entrada, los hizo que entraran, con el fin de empezar la reunión para la investigación del éxito de la habitación 444.

Y de un grito bien pero que bien fuerte, en Ribera empezó a hablar. Él parecía que estaba muy y muy enfadado, ya que llevaban|traían un día casi bien en el punto muerto, es decir, en un momento que no sabían exactamente lo que iban a hacer posteriormente. Ir a la aventura a intentar buscar el asesino, con el fin de encontrar de una vez el verdadero asesino por la calle o por donde él o ella no se sabe, quisiera estar, o intentar averiguar mediante las huellas que había en la cámara 444.

Con un tono imperante dijo en Ribera:

- A ver policías, estoy hasta encima de todo de esta situación. Quiero decir que necesito saber quien|quién redemonios ha estado el asesino de la 444. Quiero que os mováis, venga, a encontrar alguna cosa por pequeña que sea, que como mínimo pogueu decir, que habéis encontrado alguna cosa para la investigación.

Entonces los policías de la sección d'investigament y la sección de homicidios, fueron a buscar en Ribera, con el fin de intentar iniciar el proceso de investigación del asesinato.

Entonces, todos los policías de estas dos secciones fueron a la 444. Cuando llegaron a la habitación, los policías lo vieron claro, tenían que montar el operativo de aquestos casos.

Mientras los policías de homicidios e investigación se quedaron en la habitación, en Ribera quiso marcharse del hotel Estancia para hacer su trabajo, o era el que él se creía que tenía que hacer.

- Decidido está, me marcharé a buscar al asesino, yo solo, ya que con vosotros no puedo ir ni con el otro cuerpo de policía, quiero ir por|para que son unos incompetentes, eso que quede entre nosotros, lo digo. Pero no me iré antes sin que acabéis de hacer el retrato robot, del supuesto asesino.

Debe minutos más tarde, Pancracio, que era como se decía el policía encargado de hacer los retratos robots, le dio terminado.

Cuando lo recibió, Ribera se lo miró extrañamente. A él le sonaba un poco ésta cara pero no podía dónde buscar, ni encontrar pero si él se pensaba a quien era en realidad, poder ir rápidamente, al lugar|sitio donde encontrarlo.

- Eeeeh, escuchadme un instante me parece que ya sé quién es Pancracio.

- ¿Quieres decir, que a simple vista, ya sabes quién es, Ribera?

- Si, estoy al 99% seguro, y además parece que también sé dónde puede estar escondido.

- ¿A si, incluso sabes dónde estar escondido?

- Pues también lo sé casi seguro.

- Entonces que esperas Ribera, ve a buscarlo.

- Iré sin embargo, creo que necesitaré a algún policía más y algún civil y creo que ya sé quién me puede ayudar.

- Entonces, vete. Coge al policía que quieras y el civil que más te pueda servir de ayuda.

Cuando|Cuándo por fin, en Ribera decidió marcharse de la habitación, fue por enèsima vez a la planta baja, pero esta vez decidió bajar por las escaleras|escalas, ya que él estaba harto del ascensor del hotel.

Entonces se fue hacia donde estaba Sara y le dijo:

- A ver, a Sara, como te lo puedo explicar. Habrías de ... a ver..., se me va difícil decirte eso, pero allí voy. Tienes que venir conmigo y con otro policía a buscar al asesino.

- ¿Yo, por qué razón, tengo que venir?

- Por la simple razón, mejor dicho por la razón que tú estabas en la habitación 444 antes de que hiciera acto el asesino, me puede servir de gran ayuda, para que tú me puedas dar alguna pista, como por ejemplo, algún dedo, alguna huella, que esté hecha después de que tú te hayas ido de la 444, y entonces hayas podido ver, después de devolver posiblemente al lugar|sitio para quizás coger alguna cosa como por ejemplo, tus maletas o alguna parte de tu equipaje, como por ejemplo tu teléfono móvil. Pero a ver a Sara, mejor será empezar por|para el principio.

- Sí, Ribera, empezamos por|para el principio, ya que tiene que ser así como se hacen las cosas bien hechas con el fin de iniciar la investigación. Pues empiece por|para el principio.

Y otra vez, Sara se reía delante suyo, es decir, para|por sus métodos, de hacer las cosas, que no parecían las que se tenían que hacer de una manera correcta, porque él era comisario de la reputada comisaría de Barcelona del Barrio del Francés, uno de los barrios más conflictivos en apariencia de Barcelona, por leyenda urbana seguramente, ya que en Ribera no tenía, o no sabía utilizar y utilizar los métodos de una manera correcta, entendía de protocolo de investigación, por ejemplo ya que siempre tenía que avisar a los policías de la sección de la sección d'investigament, para hacer estas cosas, dónde no se necesitaba aparente ayuda, si uno mismo era el policía más importante de una comisaría, y claro estas cosas, tenían que ser simples para él. Pero es evidente, y parecía asno, pero no, y no. Ribera hacía ver que necesitaba la ayuda de alguien para hacer las cosas, como por ejemplo éstas, d'investigament. Entonces, devolviendo a la situación, ésta, en Ribera como había dicho antes necesitaba la ayuda de un policía o de un par de ellos, y a la persona que estaba en la habitación 444, a Sara que aparentemente podía tener alguna relación con la misma habitación, por la simple razón de haber-allí sido antes allí, o estando simplemente o durmiendo.

- Pues ya creo que se ha acercado la hora.

Dijo, Ribera a Sara y a los otros policías, los que se tenían que marchar a la aventura, que era como decía en Ribera a la investigación del asesino de la 444, con el fin de iniciarla.

- ¿La hora? ¿Qué hora se ha acercado?

- Va que parezcáis burras. La hora de empezar el investigamiento del asesino de la 444.

Dijo Ribera, con un tono de burla.

Pues llegó la hora de empezar, de emprender la investigación. Por|Para una vez ya era hora de iniciar el asunto que traía de dolor de cabeza a en Ribera.

- Vinga ahora cada uno, irá a casa suya, a hacerse la maleta con el fin de empezar el viaje, que nos llevará|traerá al verdadero asesino. Si ya lo sé, qué pereza ahora hacernos las maletas, meternos la ropa. ¿A ver que me meteré en la maleta? ¡No sé! Podría ser que me coges tres pares de zapatos, diez vestidos, y nada más, para que después mientras vamos buscando al asesino, quizás pasaríamos por alguna tienda, y aprovecharíamos para comprar alguna cosa que estuviera bien de precio, y que a la vez, fuera la moda del momento.

Qué risa que le hacía eso a en Gálvez, que era el policía asistente de en Ribera, ya que los otros policías, aunque fuera los subordinados de lo mismo Ribera, tenían que hacer caso al protocolo, y decirle que como mínimo se tenía que llevar un agente.

Gálvez le hacía mucha gracia lo que dijo en Ribera hacer las maletas, llevarse la ropa, comprarse, y todo el discurset satírico, en plan de imitación y de alusión a Sara, que claro está y evidente, una mujer, como Sara, aprovecharía cualquier momento, por pequeño que fuera para irse a compra algún vestidet.

- Eeeeh, Ribera, para el carro un momento. Yo te quiero hacerte a ti una pregunta. A ver ...

- Va que coño quieres preguntarme a mí, que si yo que no sé que, que si después no tendré tiempo libre mientras estamos viajando intentando y también investigando al asesino... Que, lo de antes ya lo sé, me tendré que justificar de lo que he hecho. Quería hacer una simple brometa, a ver, no te enfades, ya sé que podría estar la casualidad de generalizar con el tema de las mujeres. Que si vosotros aprovecháis cualquier momento para ir a dar un paseo por las tiendas, y por calles a mirar las vitrinas de los escaparates ...

- A ya me ha venido a la cabeza la pregunta que te quería hacer, tú por casualidad ocu ...

De repente, y tanto de golpe, que a Ribera le va sonara el teléfono móvil en aquel preciso momento, y en más de ser extraño, esta situación del teléfono móvil, Ribera no esperaba ninguna llamada de nadie, ni para ser claros, ni de ningún policía de ninguna otra ciudad para que lo ayudara en el operativo 444, que era como habían llamado|nombrado al caso del hotel; para emprender la situación, la llamada que tenía alguna cosa sospechosa, sospechosa para Sara sólo, duró catorce minutos. Todo eso tomaba ya una atmósfera de ocultación general. Pero no parecía que nadie se diera cuenta de ello cuento que posiblemente ...

Eso le hacía mala espina a Sara, pero sólo momentánea, ya que después pasadas dos horas, de esta conversación, con Ribera, ella ya ni pensaba, ya que aunque fuera extraño, era como si Sara tuviera una habilidad, para eludir, no mejor para borrar aparentemente las conversaciones, en las que se nombrava alguna cosa que no le gustaba, y a si además con aquella conversación, le tocaban la moral a ella, o a las mujeres e general.

Cuando ya fueron por una vez a sus respectivas casas, Sara dijo que si ...

- Ah, es verdad para que cojo mi coche, si tenemos que ir todos juntos, ya que sino se pueden infringir las normas del protocolo establecido de la policía.

Entonces, después de este inciso, que por|para una parte a Ribera le pareció correcto, cogieron todos el coche de él ya que a Gálvez no lo trajo.

Entonces, Gálvez subió al asiento trasero, y Sara subió a la plaza de delante, evidentemente, en Ribera fue quien se sentó en el asiento del conductor, ya que el coche era sede y no quería, que nadie bajo ningún concepto llevara su coche.

- Venga, pongámonos de acuerdo donde tenemos que ir primero a buscar las maletas. -dijo Gálvez-.

- Pues a mí más bastante igual, como tenemos que ir a casa de todos, no me importa, quiero decir, que si, tenemos que ir todos y no pasa absolutamente nada, por ir a casa de uno primero o a casa de otro. -Decía Ribera, mientras se le obstaculizaban las palabras, ya que sufría a veces, cuándo estaba un poco nervioso, una especie de tartamudez, y también a veces repetía palabras.

- ¿Ahora a que vé eso, Ribera, qué tiene que ver este comentario? -Decía la Sara-.

- Ah no por nada, por|para que tenía que guardar una cosa, sin importancia, a a, en casa, una cosa que tengo en el maletero del coche, que resulta un poco estorbando de que lo lleve al coche, ya ya que molestará en vuestras maletas. -dijo Ribera.

- De acuerdo, a mí más igual, no me importa ir a casa de uno, o en casa de otro, mientras vaya a la mía a coger la mía roba... -Decía Sara.-

Cuando se montaron ya en el coche de en Ribera, él puso música. Puso el grupo Marylin Manson. Llavors Sara se dio cuenta que este grupo de música, tenía una particularidad, pero no la recordaba exactamente.

- ¿Qué quieren decir alguna cosa, este grupo de música? -Decía la Sara-.

- Si, creo recordar, que este grupo tenía una particularidad. Ésta es que cada uno de los componentes del grupo, que tienen evidentemente nombres diferentes, en su primer nombre resulta ser el de una actriz conocida por todo el mundo, famosa, y el apellido, sale del apellido mismo de un asesino en serie. -dijo Gálvez-.

- Tienes razón, y no quiero decir una cosa que si no in... -Sara se calló el que realmente quería decir.

- Va, Sara ya estamos en tu casa , date prisa que tenemos que ir al aeropuerto, a coger el avión que sale de aquí tres horas, y no tenemos todo el tiempo del mundo es evidente y lo sabes. -dijo Ribera, como si le fuera la vida en las palabras que había dicho.

- De acuerdo, me daré toda la prisa que podré, pero está tranquilo, que no tardaré ni cinco minutos. -dijo con prisa incluso., Sara.-

Cinco minutos más tarde, y como|cómo había prometido, llegó, resoplando en el coche cogió las maletas y las guardó en el maletero.

- Venga, que ahora tenemos que ir a casa de Gálvez que resulta de que está en la otra punta de Barcelona, en el barrio de Campesino. -dijo Ribera que cada vez, se estaba poniendo más nervioso. -

Justamente, cuando llegaron al aeropuerto barcelonés de Prados, Ribera, hizo bajar a Gálvez y a Sara con el fin de no ir al aparcamiento y así no perder tiempo.

- Bajad del coche, vais a la puerta de embarque número 444, y esperadme allí. -dijo Ribera a Sara y a Gálvez-.

- De acuerdo, ya te esperaremos pero no llegues tarde, que el avión sale de aquí 90 minutos, eh, Ribera. -le dijo Sara a Ribera.

Epílogo final


Yo, Ribera, decidiré que, iré a buscar al asesino, yo solo, sin ayuda de nadie, a fin de que no me desc ...

1. Primeramente, no quiero ir con aquel par, Gálvez, que es un total incompetente.

2. Tampoco quiero ir con Sara, ya que es una persona que sabe muchas cosas, podría ser hasta demasiado.

3. Después de que me quiero ir de viaje. De viaje por Egipto, que es un país que me gusta mucho:

- Primera razón: Para estar lejos de Barcelona.

- Segunda razón: Sencillamente, Egipto, es un país muy exótico, y además bastante atractivo.

- Tercera razón: Quiero perderme por las pirámides. Descubrir nuevas cosas y adentrar-me en los caminos de las tumbas y sarcófagos.


Poco antes de emprender el vuelo hacia Egipto, él, Ribera, recibe una llamada de teléfono misteriosa.

- ¿Si, diga me, quién me llama?

- Lo trucamos desde la policía.

- ¿Desde la policía, por qué razón?

- Tiene que venir inmediatamente en la comisaría de mossos d'esquadra de Barcelona.

- Sin embargo, ahora no puedo. Tengo que coger un vuelo que saldrá de aquí media hora, por lo tanto, lo ve claro agente, no puedo ir hacia la comisaría.

- Si no es capaz de venir, nosotros, personalmente, lo iremos a buscar en el aeropuerto.

- De acuerdo vendré, pero todavía no sé por qué razón, he de vindre.

- Sencillo de explicar.

- ¿Me lo puede explicar por teléfono o no?

- No y no, tiene que venir. Y si en cinco minutos no está aquí, en nuestra comisaría, lo tendremos que buscar en el aeropuerto de Prados.

Pasaron cinco minutos y Ribera, que estaba mucho pero que muy nervioso y también estaba muy intranquilo, no fue capaz de moverse del lugar|sitio donde estaba, en la puerta de embarque número 444.

Entonces, como había prometido el mosso d'esquadra, lo pasó a buscar en el aeropuerto. Cuando llegó al lugar donde estaba Ribera, lo cogió por el brazo, y sin explicación, ya que se lo había dado antes por teléfono, se lo llevó al coche de los Mossos. Mientras iban rumbo la comisaría, el Mozo le dijo la razón del detenimiento: Ribera, estás acusado de asesinar a Joan Cortada en el hotel Estancia de Barcelona.


Ruben Romero Manrique (roma_zz00@hotmail.com)
17 años
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Enviado el 3 de mayo del 2008






 
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